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viernes, 29 de abril de 2011
EL FANTASMA
“Oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el Bautista ha resucitado de los muertos, y por eso actúan en él estos poderes. Otros decían: Es Elías. Y otros decían: Es un profeta, o alguno de los profetas. Al oír esto Herodes, dijo: Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos. Porque el mismo Herodes había enviado y prendido a Juan, y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer. Porque Juan decía a Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano” Marcos 6:14-18 Dicen los expertos que los fantasmas, son apariciones, en muchas culturas son supuestos espíritus o almas que se manifiestan entre los vivos en forma sensorial, es decir de forma evidente a nuestros sentidos, ya sea por olores, sonidos, formas, o movimientos de objetos. Hay toda una parafernalia, un espectáculo, con respecto a los fantasmas. Sin embargo, otro significado según el diccionario, fantasma puede ser, una amenaza de un riesgo inminente o temor que algo ocurra. Un ejemplo es cuando decimos: Nos persiguen los fantasmas del pasado. Herodes era molestado por un fantasma. Un fantasma que no lo dejaba dormir. Un fantasma que lo acechaba día y noche. En la cabeza de Herodes, resonaba en su cabeza; No te es lícito, no te es lícito, no te es lícito. – ¿Te ha sucedido? Has escuchado la voz que resonaba en la cabeza de Herodes. No te es lícito. Quizá, después de tomar en exceso, o de drogarte, o incluso de fumar, que tal después de ver pornografía, después de robar, de insultar, de no respetar, de ser infiel, de no ayudar cuando puedes, que tal cuando sabes que estas haciendo algo malo… ¿Has escuchado esa voz que dice: No te es lícito.? Todos tenemos algo que cambiar, para Herodes era la mujer de su hermano Felipe, Herodías. Podía haber tenido cualquier mujer siendo rey, pero escogió a la de su hermano. Puedo ver a Herodes sentado en su cama, solo, como un mueble más en la habitación. Meditando en esas cuatro palabras No te es lícito. La noche anterior había estado con Herodías, seguramente había tenido relaciones. La diversión se había ido, ahora solo quedaba el fantasma, No te es lícito. Herodes anhelaba como tú o como yo una vida plena, una vida feliz, y aunque la noche había sido alegre, la mañana se tornaba amarga. Herodes no sabía que hacer, tenía miedo, algo dentro de él, le recordaba: NO TE ES LÍCITO, el fantasma lo dejaba pensando en sus actos. Una parte de Herodes le gustaba escuchar las buenas nuevas, de vez en cuando ese, No te es lícito, se convertía en una vida mejor. El No te es lícito, anunciaba el arco iris después de la lluvia. El No te es lícito le daba esperanza, de una vida plena. Pero también había otra voz, una que le decía callemos para siempre el No te es lícito. Herodes le gusta la idea, y pregunta ¿Cómo? Matemos al heraldo, al mensajero de Dios y así no escucharemos más: No te es lícito. Herodes no le gustaba mucho lo que escuchaba, sí quería silenciar a esa fantasma que lo perseguía día y noche, pero no de esa forma. Sabemos el desenlace, Herodías logró convencer a Herodes, mandó matar a Juan el Bautista. Sin embargo el fantasma no se fue, el No te es lícito resonaba cada vez más fuerte, el fantasma lo atormentaba tanto que llego a creer que Jesús era Juan resucitado. “Este es Juan, el que yo decapité, que ha resucitado de los muertos” Lo que Herodes hizo, no es tan diferente de lo que nosotros hacemos, al igual que él, de vez en cuando escuchamos: No te es lícito. De vez en cuando no podemos dormir, no estamos a gusto, estamos como desesperados. ¿Qué debemos hacer? Inmediatamente al escuchar “No te es lícito”, podemos hacer dos cosas: No atender y hacernos de oídos sordos. “No oigo, no oigo, soy de palo y tengo orejas de pescado” o bien arrepentirnos y cambiar. Y es aquí cuando el fantasma se convierte en buenas nuevas, el No te es lícito se trasforma en una nueva oportunidad. Es como si estuviéramos apunto de tomarnos una botella de agua, y alguien nos dice: No te es lícito, es veneno. ¿Qué no te das cuenta? No leo la mente para poder saber qué no es lícito para ti. Pero lo que sí se es que seguramente no te conviene. Es algo que seguro te va a perseguir como un fantasma. Mi consejo es el siguiente: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” Enviado por Alenjandro Cunillé
FELICIDADES A STHEFANY SURIEL EN SU DIA DE CUMPLE AñO 1 DE MAYO.
QUE DIOS TE SIGA BENDICIENDO CADA DIA MAS, Y PUEDA CRECER EN SU CAMINO.
martes, 26 de abril de 2011
Siendo Rey murió por mí.
En estos días que la humanidad sensibiliza un poco su corazón para volver sus ojos a Dios no podemos desaprovechar la oportunidad de proclamar a gran voz lo que Jesús hizo por todos nosotros.
Ayer mientras manejaba iba escuchando una hermosa alabanza y una frase me quedo grabada en mi mente y esa fue: “Siendo Rey moriste por mi”. En ese mismo instante reflexione sobre esa frase y me di cuenta las verdades que encierra.
¿Quiénes éramos nosotros?, personas que vagábamos en este mundo sin un sentido de vida, creyendo ser felices, creyendo ser sabios, creyendo que no necesitábamos de Dios, pero realmente no podíamos dudar que existía dentro de nuestro corazón un vacio inmenso, que nada, ni nadie podía llenar, ni la felicidad momentánea, ni los placeres de la vida, pero cuando nos encontramos con Dios, nos dimos cuenta que el llenaba exactamente la figura de ese vacío que existían en nuestra vida.
Antes, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, andábamos en las corrientes de este mundo, dejados llevar por doquier, más un día todo cambio, un día nuestra mente comprendió el amor que Dios nos tenia, nuestro corazón se sensibilizo e invitamos a Jesús a entrar a nuestro corazón y le pedimos que perdonara nuestros pecados.
Y es que ahora nosotros podemos gozar de una vida nueva, esa vida que solo Jesús puede dar y una vida abundante, eterna y que se pago a precio de sangre, esa sangre derramada por el unigénito Hijo de Dios, quien viniendo a este mundo en forma de hombre, no escatimo a ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que en obediencia a su Padre y por amor a nosotros entrego su vida para que nosotros hoy en día podamos ser participes de una hermosa Salvación.
Siendo Rey murió por nosotros, siendo perfecto, sin pecado, siendo tentado en todo, mas no peco, al contrario vino a darnos cátedra de cómo vivir una vida santa delante de Dios. No merecía la muerte que se le dio, no merecía sufrir por nosotros, nunca se lo pedimos que lo hiciera, pero nuestra vida a pesar de no pedirlo, necesitaba que ese sacrificio fuera hecho, para poder encontrar una vida eterna.
Siendo Rey sufrió, fue humillado, maltratado, burlado, mas no abrió su boca y no dijo nada, cargo un cruz pesada para su muerte, una muerte de criminal, y El siendo tan perfecto, murió como uno de los mas imperfectos, llevando allí en esa cruz y crucificando allí mismo cada uno de nuestros pecados. Ese Rey exclamo: “Consumado es”, habiendo dado por terminado su trabajo en la cruz.
Siendo Rey no merecía morir, menos por esclavos, si, esclavos del pecado, más sin embargo lo hizo porque El no nos veía como éramos, sino como íbamos a llegar a ser, cuando El comenzara el proceso de transformación en nuestra vida.
Al tercer día ese Rey de reyes resucito, venciendo a la muerte y otorgándonos el privilegio a nosotros también de poder vencer a la muerte eterna a través de una vida eterna que El nos ofrece.
Siendo Rey estuvo dispuesto a morir por ti, ahora la pregunta que deberíamos de hacernos cada uno de nosotros es: ¿Qué estoy dispuesto a hacer yo por El?
En estos días y cada día del año debemos tener presente que el sacrificio de Cristo por nosotros fue el acto más bello que ha existido y juntamente con esa acción, hoy podemos obtener una ciudadanía celestial a través de Jesús, ¿Cómo?, dejando que El entre a nuestro corazón y gobierne nuestra vida.
La Biblia lo dice de esta manera:
“Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del castigo que merecen. Pues si creemos de todo corazón, seremos aceptados por Dios; y si con nuestra boca reconocemos que Jesús es el Señor, Dios nos salvará”.
Romanos 10:9-10 (Traducción en lenguaje actual)
Siendo Rey murió por mí, ¿Estaría yo dispuesto a morir por El?
Autor: Enrique Monterroza.
Fuente: www.devocionaldiario.com
Ayer mientras manejaba iba escuchando una hermosa alabanza y una frase me quedo grabada en mi mente y esa fue: “Siendo Rey moriste por mi”. En ese mismo instante reflexione sobre esa frase y me di cuenta las verdades que encierra.
¿Quiénes éramos nosotros?, personas que vagábamos en este mundo sin un sentido de vida, creyendo ser felices, creyendo ser sabios, creyendo que no necesitábamos de Dios, pero realmente no podíamos dudar que existía dentro de nuestro corazón un vacio inmenso, que nada, ni nadie podía llenar, ni la felicidad momentánea, ni los placeres de la vida, pero cuando nos encontramos con Dios, nos dimos cuenta que el llenaba exactamente la figura de ese vacío que existían en nuestra vida.
Antes, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados, andábamos en las corrientes de este mundo, dejados llevar por doquier, más un día todo cambio, un día nuestra mente comprendió el amor que Dios nos tenia, nuestro corazón se sensibilizo e invitamos a Jesús a entrar a nuestro corazón y le pedimos que perdonara nuestros pecados.
Y es que ahora nosotros podemos gozar de una vida nueva, esa vida que solo Jesús puede dar y una vida abundante, eterna y que se pago a precio de sangre, esa sangre derramada por el unigénito Hijo de Dios, quien viniendo a este mundo en forma de hombre, no escatimo a ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que en obediencia a su Padre y por amor a nosotros entrego su vida para que nosotros hoy en día podamos ser participes de una hermosa Salvación.
Siendo Rey murió por nosotros, siendo perfecto, sin pecado, siendo tentado en todo, mas no peco, al contrario vino a darnos cátedra de cómo vivir una vida santa delante de Dios. No merecía la muerte que se le dio, no merecía sufrir por nosotros, nunca se lo pedimos que lo hiciera, pero nuestra vida a pesar de no pedirlo, necesitaba que ese sacrificio fuera hecho, para poder encontrar una vida eterna.
Siendo Rey sufrió, fue humillado, maltratado, burlado, mas no abrió su boca y no dijo nada, cargo un cruz pesada para su muerte, una muerte de criminal, y El siendo tan perfecto, murió como uno de los mas imperfectos, llevando allí en esa cruz y crucificando allí mismo cada uno de nuestros pecados. Ese Rey exclamo: “Consumado es”, habiendo dado por terminado su trabajo en la cruz.
Siendo Rey no merecía morir, menos por esclavos, si, esclavos del pecado, más sin embargo lo hizo porque El no nos veía como éramos, sino como íbamos a llegar a ser, cuando El comenzara el proceso de transformación en nuestra vida.
Al tercer día ese Rey de reyes resucito, venciendo a la muerte y otorgándonos el privilegio a nosotros también de poder vencer a la muerte eterna a través de una vida eterna que El nos ofrece.
Siendo Rey estuvo dispuesto a morir por ti, ahora la pregunta que deberíamos de hacernos cada uno de nosotros es: ¿Qué estoy dispuesto a hacer yo por El?
En estos días y cada día del año debemos tener presente que el sacrificio de Cristo por nosotros fue el acto más bello que ha existido y juntamente con esa acción, hoy podemos obtener una ciudadanía celestial a través de Jesús, ¿Cómo?, dejando que El entre a nuestro corazón y gobierne nuestra vida.
La Biblia lo dice de esta manera:
“Pues si ustedes reconocen con su propia boca que Jesús es el Señor, y si creen de corazón que Dios lo resucitó, entonces se librarán del castigo que merecen. Pues si creemos de todo corazón, seremos aceptados por Dios; y si con nuestra boca reconocemos que Jesús es el Señor, Dios nos salvará”.
Romanos 10:9-10 (Traducción en lenguaje actual)
Siendo Rey murió por mí, ¿Estaría yo dispuesto a morir por El?
Autor: Enrique Monterroza.
Fuente: www.devocionaldiario.com
La pequeña vela
Erase una vez una pequeña vela que vivió feliz su infancia, hasta que cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito negro y finito que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja le dijo que ese era su “cabo” y que servía para ser “encendida”. Ser “encendida” ¿qué significaría eso?. La vela vieja también le dijo que era mejor que nunca lo supiese, porque era algo muy doloroso.
Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día, “la Luz verdadera que ilumina a todo hombre”, llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un “estar ahí”, tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta.
También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!
Fuente: materialescueladominical.blogspot.com
Nuestra pequeña vela, aunque no entendía de qué se trataba, y aún cuando le habían advertido que era algo doloroso, comenzó a soñar con ser encendida. Pronto, este sueño se convirtió en una obsesión. Hasta que por fin un día, “la Luz verdadera que ilumina a todo hombre”, llegó con su presencia contagiosa y la iluminó, la encendió. Y nuestra vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence a las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
Muy pronto se dio cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia… Sí. Tomó conciencia de que para que la luz perdurara en ella, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse… Entonces su alegría cobró una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y aceptó con fuerte conciencia su nueva vocación.
A veces pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un “estar ahí”, tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz para no sentirse tan molesta.
También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia que había aceptado de alimentar la luz desde el interior, se unió la llamada fuerte a defender la luz de ciertas corrientes de aire que circulan por el mundo.
Más aún: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existían muchas velas apagadas. Unas porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz. Otras, por miedo a derretirse. Las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupada: ¿Podré yo encender otras velas? Y, pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas por todas partes. Velas viejas, velas hombres, velas mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas…. Y todas bien encendidas.
Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con ella, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro: ¡Cristo está vivo en mí!
Fuente: materialescueladominical.blogspot.com
Un joven valiente
“Tu no podrás, eres muy joven”. Esas fueron las palabras dirigidas al muchachito, pero el hizo caso omiso y siguió adelante con lo que se proponía.
Una persona muy corpulenta de casi tres metros de altura, estaba desafiando, provocando, se paraba delante del pueblo y con voz fuerte decía: “¿Quien quiere venir a pelear conmigo” ¿Quien se atreve? Esto lo vino haciendo por 40 días, durante la mañana y por la tarde, sobre todos cayó temor, que situación lamentable, vivir con desanimo y miedo.
Cuando lo divisaban de lejos, que venia atravesando el valle, todos corrían y se resguardaban, no era para menos su figura daba miedo, llevaba una armadura de bronce que pesaba 57 kilos, sus piernas bien protegidas y en los hombros una jabalina, su lanza enorme pesaba 7 kilos. ¿Quien se animaba?
¡Nadie, nadie! Y así iban pasando los días en angustia y temor.
Un muchachito muy jovencito estaba viendo la escena y dijo: “Pero… ¿quien se creerá este que nos viene a desafiar? Yo lo voy a matar. Imposible, fue la respuesta: “Tu no podrás, eres muy joven, el ha sido toda su vida un guerrero,mira la armadura que tiene, es un hombre feroz.
El muchacho respondió:”Yo cuido las ovejas de mi papa, y cuando un león o un oso las viene a atacar yo las defiendo, Dios me guarda, y también me librará de este gigante”
Y así fue, ese mismo día David derroto al gigante Goliat, este mismo Dios que lo protegía de los animales feroces, lo libro del malvado Goliat.
Día a día nos enfrentamos con poderosos gigantes que nos quieren amedrentar, se presentan en distintas maneras, trayendo turbación, queriendo quitar la paz, pero no lo tienen que lograr, nunca permitamos que el enemigo de nuestras almas se haga una fiesta con nosotros, saquemos a relucir el arma que es la Palabra de Dios, ella nos dice: “Resistid al diablo y el huirá de vosotros, con el somos vencedores y nos dará la victoria como se la dio a David.
Este mismo muchachito un tiempo después pudo escribir: “Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo, tu eres mi pastor y siempre estas a mi lado, me guías por el buen camino y me llenas de confianza. Estoy completamente seguro de que tu bondad y amor me acompañaran mientras yo viva.
Enviado por Mary Romero
Una persona muy corpulenta de casi tres metros de altura, estaba desafiando, provocando, se paraba delante del pueblo y con voz fuerte decía: “¿Quien quiere venir a pelear conmigo” ¿Quien se atreve? Esto lo vino haciendo por 40 días, durante la mañana y por la tarde, sobre todos cayó temor, que situación lamentable, vivir con desanimo y miedo.
Cuando lo divisaban de lejos, que venia atravesando el valle, todos corrían y se resguardaban, no era para menos su figura daba miedo, llevaba una armadura de bronce que pesaba 57 kilos, sus piernas bien protegidas y en los hombros una jabalina, su lanza enorme pesaba 7 kilos. ¿Quien se animaba?
¡Nadie, nadie! Y así iban pasando los días en angustia y temor.
Un muchachito muy jovencito estaba viendo la escena y dijo: “Pero… ¿quien se creerá este que nos viene a desafiar? Yo lo voy a matar. Imposible, fue la respuesta: “Tu no podrás, eres muy joven, el ha sido toda su vida un guerrero,mira la armadura que tiene, es un hombre feroz.
El muchacho respondió:”Yo cuido las ovejas de mi papa, y cuando un león o un oso las viene a atacar yo las defiendo, Dios me guarda, y también me librará de este gigante”
Y así fue, ese mismo día David derroto al gigante Goliat, este mismo Dios que lo protegía de los animales feroces, lo libro del malvado Goliat.
Día a día nos enfrentamos con poderosos gigantes que nos quieren amedrentar, se presentan en distintas maneras, trayendo turbación, queriendo quitar la paz, pero no lo tienen que lograr, nunca permitamos que el enemigo de nuestras almas se haga una fiesta con nosotros, saquemos a relucir el arma que es la Palabra de Dios, ella nos dice: “Resistid al diablo y el huirá de vosotros, con el somos vencedores y nos dará la victoria como se la dio a David.
Este mismo muchachito un tiempo después pudo escribir: “Puedo cruzar lugares peligrosos y no tener miedo, tu eres mi pastor y siempre estas a mi lado, me guías por el buen camino y me llenas de confianza. Estoy completamente seguro de que tu bondad y amor me acompañaran mientras yo viva.
Enviado por Mary Romero
miércoles, 13 de abril de 2011
LA OVEJITA PERDIDA
1, 2, 3, 10, 20, 60, 80, 97, 98, 99, ¿99? ¡¡”No puede ser, habré contado mal”, dijo!!
Y empezó otra vez a contar 1, 2, 3,…, 99.
No se había equivocado, le faltaba una. Había pasado todo el día llevando las ovejas a donde haya mejores pastos, donde puedan beber agua limpia y cristalina, muy atento estuvo para que ningún animal feroz se acerque a alguna de ellas y haga estragos.
Sin embargo le faltaba una. La tarde comenzaba a caer, las había reunido a todas para llevarlas al corral. Enseguida pensó: no puedo dejarla sola, tengo que ir a buscarla dentro de poco va a venir la noche y muy seguro que alguna fiera viéndola deambulando y desprotegida la ataque y la mate.
Rápidamente empezó a actuar, la impaciencia lo embargaba, junto a todas las demás ovejas y las dejo bien resguardadas y cuando las vio bien seguras dio media vuelta y con paso apresurado se fue a buscarla, camino por el desierto, cruzo arroyos, comenzó a subir la montaña, paso del otro lado, siguió su marcha nada lo hacia detener, pensaba que no iba a parar hasta encontrarla, siguió marchando, cada vez mas a prisa porque la noche ya llegaba.
Sus pasos eran firmes, sus oídos muy atentos, a lo mejor la sentía balar, tal vez estaría enganchada en algún arbusto!!! De pronto a lo lejos en medio de un matorral ve que algo se mueve.
Sigilosamente se acerca y……allí la ve, atrapada, sin poder moverse.
Tiende sus manos, la toma en sus brazos, la abraza y vuelve por el camino. La lleva sobre su hombro para darle seguridad y protección. Muy presuroso vuelve al lugar en donde dejo a las otras ovejas, y a todas juntas las lleva al aprisco a resguardarlas de la noche. ¡Que alegría tiene el pastor! encontró la oveja, estaba tranquilo, todas estaban en un buen lugar!!!!!!
Cuantas veces como la ovejita nos fuimos apartando del redil, cuando nos dimos cuenta estábamos enredados en tantas cosas, que fueron tapándonos y apartándonos del Buen Pastor, pensábamos que solo podíamos salir, y cuando quisimos no fue posible, estábamos en una enredadera.
Pero ahí esta el amado Pastor, pronto para extender su mano, nos toma en sus brazos, nos abraza, si estamos heridos cura nuestras heridas y pone bálsamo a nuestro dolor, nos conduce por lugares seguros y nos guarda que las fieras no nos hagan daño.
Si todavía estás atrapado, no puedes salir y no puedes avanzar, deja y entrégate en las manos del Pastor de nuestras almas y El te conducirá por verdes pastos y el bien y la misericordia te acompañarán todos los días de tu vida.
Enviado por Mary Romero
Y empezó otra vez a contar 1, 2, 3,…, 99.
No se había equivocado, le faltaba una. Había pasado todo el día llevando las ovejas a donde haya mejores pastos, donde puedan beber agua limpia y cristalina, muy atento estuvo para que ningún animal feroz se acerque a alguna de ellas y haga estragos.
Sin embargo le faltaba una. La tarde comenzaba a caer, las había reunido a todas para llevarlas al corral. Enseguida pensó: no puedo dejarla sola, tengo que ir a buscarla dentro de poco va a venir la noche y muy seguro que alguna fiera viéndola deambulando y desprotegida la ataque y la mate.
Rápidamente empezó a actuar, la impaciencia lo embargaba, junto a todas las demás ovejas y las dejo bien resguardadas y cuando las vio bien seguras dio media vuelta y con paso apresurado se fue a buscarla, camino por el desierto, cruzo arroyos, comenzó a subir la montaña, paso del otro lado, siguió su marcha nada lo hacia detener, pensaba que no iba a parar hasta encontrarla, siguió marchando, cada vez mas a prisa porque la noche ya llegaba.
Sus pasos eran firmes, sus oídos muy atentos, a lo mejor la sentía balar, tal vez estaría enganchada en algún arbusto!!! De pronto a lo lejos en medio de un matorral ve que algo se mueve.
Sigilosamente se acerca y……allí la ve, atrapada, sin poder moverse.
Tiende sus manos, la toma en sus brazos, la abraza y vuelve por el camino. La lleva sobre su hombro para darle seguridad y protección. Muy presuroso vuelve al lugar en donde dejo a las otras ovejas, y a todas juntas las lleva al aprisco a resguardarlas de la noche. ¡Que alegría tiene el pastor! encontró la oveja, estaba tranquilo, todas estaban en un buen lugar!!!!!!
Cuantas veces como la ovejita nos fuimos apartando del redil, cuando nos dimos cuenta estábamos enredados en tantas cosas, que fueron tapándonos y apartándonos del Buen Pastor, pensábamos que solo podíamos salir, y cuando quisimos no fue posible, estábamos en una enredadera.
Pero ahí esta el amado Pastor, pronto para extender su mano, nos toma en sus brazos, nos abraza, si estamos heridos cura nuestras heridas y pone bálsamo a nuestro dolor, nos conduce por lugares seguros y nos guarda que las fieras no nos hagan daño.
Si todavía estás atrapado, no puedes salir y no puedes avanzar, deja y entrégate en las manos del Pastor de nuestras almas y El te conducirá por verdes pastos y el bien y la misericordia te acompañarán todos los días de tu vida.
Enviado por Mary Romero
VASOS DE BARO
Vasos de barro
Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.
Se dice que quien es padre, no puede sentir más dolor que al momento de sufrir un daño por intermedio de un hijo. Se vuelve muy grande la amargura, al recordar que aquella persona que ahora nos daña, fue la misma que en su niñez, consolábamos en las noches de invierno. Es la misma persona, a que entreteníamos cuando no quería comer aquello que le haría bien a su salud y le haría crecer. Y es aquella misma persona, a la que muchas veces le enseñamos a protegerse justamente de quienes le hirieran.
No obstante, nunca pensaste que a la persona que aquella vida heriría sería precisamente, la tuya. Y eso no deja de romperte el corazón, porque nunca lo esperaste.
En la segunda epístola a los cristianos en Corinto, Pablo intenta defenderse de múltiples ataques que ha recibido de personas a las que el mismo les predicó y que muy probablemente también discipuló. Es cobardemente calumniado en el momento que está misionando a otras ciudades griegas, predicando la misma luz del evangelio que ellos recibieron, entregando dedicándose a muchos otros griegos que viven una vida de oscuridad por el pecado, por la vanidad de la filosofía y por la efímera seguridad del cultivo al cuerpo.
Ellos mismos, que en otro tiempo compartían el mismo destino que sus compatriotas de Efeso, Macedonia y Listra. Hoy le critican motivados por egoístas y hedonistas deseos, más que por una genuina preocupación de bienestar para su iglesia local.
Pablo, expone con humildad y sencillez de corazón lo injusto e inmisericorde de las acusaciones de las cuales es victima; pero más allá de desear limpiar su nombre, está el sincero afán de no dejar lugar a dudas, de que el que hace todas las cosas posibles es Dios; y que las fuerzas humanas no son el medio ni la herramienta requerida, para que la gloria de Dios sea evidenciada.
Quien desee pretender que para que Dios manifieste su poder y realice sus milagrosas obras, requiere la presencia de un ser humano capaz, es alguien que realmente no está confiando en el poder de Dios, sino que confía en la limitada y frágil capacidad del ser humano, la que generalmente es incierta y fugaz.
Pues, si confiamos en nosotros mismos, ¿qué lugar queda para la obra milagrosa de Dios?, pareciera que el siglo XX y el XXI nos han enseñado a dejar a Dios que se encargue de los grandes problemas cósmicos del universo. No obstante, el tratamiento del corazón humano, sus conflictos, frustraciones y pecados quedan en manos del hombre mismo. Ya que, la suma de siglos de dolores y derrotas da a nuestra sociedad una seudo autoridad, para desplazar a Dios de nuestro entorno y buscar en nuestro limitado criterio el futuro de nuestras vidas.
Pero cuando echamos una mirada hacia el pasado, vemos que la cosmovisión de nuestra modernidad no difiere mucho de la visión reinante en la ciudad de Corinto. Y al contextualizar las frustraciones de Pablo, podemos ver con claridad, que las nuestras son muy semejantes, por no decir, las mismas de sociedad corintia.
Corinto, puerto griego, donde el comercio fue su principal motor de desarrollo, posee las características propias de un lugar próspero y tolerante. Más aún, cuando la religión promueve la libertad a tal punto, que nada está prohibido, sólo se prohíbe prohibir. Lo que trae como resultado el caldo de cultivo propicio para que el ser humano se sienta señor y amo de su propio destino. En consecuencia, Dios, quien no busca ser un accesorio, sino el elemento principal de nuestras vidas, no tiene cabida en este lugar.
Pero es precisamente a Corinto donde Dios lleva a Pablo, ¿está Dios loco? ¿Confundió Corinto con una ciudad menos pecadora y con un corazón más cercano a Dios?. No, Dios no está loco, sólo trabaja en una lógica muy distante a la nuestra “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” Isaías: 55:9. Y su misericordia es tan grande, que no está en busca de personas aptas ni santas, sino de nosotros, personas completamente pecadoras (Mateo 9:12-13).
Y es a esos pecadores a los que Pablo les predica, personas que creen tener la vida en orden y el futuro asegurado; quienes creen que la esclavitud que llevan es el peso normal y aceptable para pagar el precio de los placeres sociales. Donde la liberación sexual, tiene un garante religioso, que promulga y promueve el sexo desenfrenadamente como un ritual de agradecimiento.
En una comunidad que a diario acoge la visita de miles de ansiosos marineros que son recibidos por también miles de mujeres deseosas de satisfacerlos por un buen precio, o por el simple deseo de sentir placer.
Luego de una laboriosa obra de evangelización, en la que el desaliento y la frustración son los obstáculos que más se repiten; incluso antes de llegar a Corinto, producto del rechazo que sufre en Atenas. Las fuerzas se acaban y la fatiga comienza su obra destructora, pero Pablo continúa, mirando en fe a todos aquellos que creerían en el evangelio, quien como es descrito por el autor del libro de Hebreos, camina con “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1.
Y por eso Dios, en su abundante gracia anima a Pablo reforzando su fe, para que no haya duda, de que se encuentra ahí, por voluntad de Dios “No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad” (Hechos 18: 9-10). ¿Cuántas veces Dios ha puesto algo en nuestro corazón y porque los resultados no son los que esperamos, pensamos que no es voluntad de Dios?
El rechazo que Pablo recibe en Atenas fue absoluto, y en su llegada a Corinto, pareciera que los resultados no serán diferentes. Una ciudad habitada por griegos sofisticados y hedonistas no desea escuchar de un Dios que les hable de pecado y condenación eterna. Sus oídos sólo están abiertos a cualquier dios que les invite a celebrar con desenfreno y locura.
Junto a lo anterior, Pablo debe enfrentarse a enemigos de su propio pueblo, quienes no aceptan que Cristo es el Mesías, y en consecuencia lo desacreditan y buscan por intermedio de cualquier recurso, estorbar la obra evangelizadora. Pablo debe ver con dolor como su propio pueblo se esfuerza en desacreditarlo e impedir que continúe su predicación, al punto que lo llevan ante las autoridades de Corinto para que le castiguen o a lo menos, le echen de la ciudad. Pero la actitud de Galión, nos muestra la poca importancia que daban los corintios a los problemas que los judíos tenían contra Pablo, e incluso problemas sobre quien sería el verdadero Mesías.
Pero Pablo recibe las primeras confirmaciones de su mensaje, cuando importantes judíos creen al mensaje de salvación, entre ellos Crispo y muchos otros más.
Luego de un año y medio de interminable trabajo evangelizador, Pablo, deja Corinto con una promisoria y vigorosa iglesia cristiana. Una luz en medio de la oscuridad del pecado que rebosa por los muros de la ciudadela de Acrocorintio. Queda ahora en manos de los cristianos corintios la labor evangelizadora, contagiar a sus coterráneos con la savia del mensaje divino, y detener la contaminación social de su ciudad.
Pero el tiempo ha pasado, y Pablo ya ha visitado una segunda ocasión a los corintios en el momento que escribe esta carta. Y parte de aquella iglesia que el plantó con tanto sacrificio y resistencia, hoy cuestiona la veracidad de su apostolado. No reconocen en él una autoridad suficiente como para dictar consejos sobre el proceder diario de los miembros de la comunidad cristiana de la ciudad.
Cuando observamos los consejos y exhortaciones que Pablo entrega a los corintios, vemos que en su mayoría, tienen relación con la recurrencia a vicios de su antigua vida mundana, o bien, con malas interpretaciones de la vida que Cristo desea de un buen cristiano. Como a hijos, los aconseja con sabias y amorosas advertencias para que su vida a diario sea más semejante a la de nuestro Señor.
Ante tal preocupación de Pablo por el bienestar de los corintios, nos llenamos de interrogantes por la reacciones de los corintios. Sin embargo, cuando analizamos nuestra vida nos damos cuenta que actuamos de la misma manera cuando alguien critica nuestro estilo de vivir; y generalmente justificamos nuestros acciones con el tiempo que hemos permanecido lejos de Dios. Pero lamentablemente también nos justificamos, desacreditando a quien nos increpa, aunque dicha persona lo haga con amor y respeto.
Pero siendo testigos de la humildad y el trato que Dios hace a las personas, Pablo les recuerda que toda la obra que ha sido realizada en sus vidas, no proviene del conocimiento, experiencia o sabiduría de proviene del hombre. Sino que ha sido la maravillosa obra transformadora de nuestro Señor la que cambió sus corazón, que todo lo maravilloso que han conocido y la liberación de las ataduras del pecado que han experimentado son gracias a la obra redentora de Dios. En consecuencia, la intervención humana no ha entregado ningún aporte al bienestar de los corintios. La preocupación y el tiempo dedicado por Pablo para que ellos recibieran el mensaje no tienen ningún valor. Dado que como barro, los humanos somos frágiles, propensos a desesperar ante el más mínimo inconveniente que se nos enfrente y dados a abdicar a nuestras responsabilidades cuando son alejadas a nuestras intenciones.
Como barro en el cual se pueden invertir muchas horas en su fabricación, pero que nunca podrá ser resistente como un metal. Nuestras vidas son frágiles y nuestra voluntad es cambiante. En todo momento es vulnerable y presta a escuchar el consejo fácil y destructivo, con el único fin de no someterse a la voluntad divina. Pero pese a ello, Dios nos utiliza para que su obra conversora sea hecha en el hombre pecador, y eso hace que no haya gloria para el hombre por ello.
Somos frágiles vasos de barro, somos quebradizos instrumentos de Dios, ¿Por qué?, Porque toda gloria debe ser para Dios. Estamos propensos en todo
momento a los ataques de nuestra bajeza, somos un blanco fácil para nuestras debilidades, ¿para qué? Para que la salvación no dependa de nosotros, sino de la perfecta y suficiente obra de Dios. ¿Qué nos queda por hacer ante tan evidente realidad? Tomar para nosotros lo que Dios dijo a Jeremías “Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.” (Jeremías 1: 19), confiar que la batalla por el destino de nuestras almas no está en las manos de diablo, sino en el corazón de Dios.
Por lo tanto, debemos vivir confiadamente de que nuestro futuro reposa en manos seguras e interesadas en nuestro bienestar final Pablo, pudo defenderse de muchas formas ante tanto ataque que recibió de parte de sus hijos espirituales de Corinto. Pero antes que ocupar el más sencillo y “justo” método de aclaración. Nos aclara que como barro, estamos propensos a muchos errores.
No obstante, somos receptáculos del más grande bien que una persona puede recibir, la salvación eterna del alma. Y aunque somos el contenedor de tan grande bienestar, no tenemos gloria en ello, tan sólo gracia.
¿Dejaremos de hacer la obra de Dios por la gran cantidad de grietas que tiene nuestra vida?. Al contrario, para que la gloria de Dios pueda ser manifestada en su plenitud, nosotros debemos entregarnos a su voluntad, para que actúe con libertad y perfección; y así obtener a la postre un espíritu dócil y humilde para su Gloria
Enviado por Raymon Curti
Se dice que quien es padre, no puede sentir más dolor que al momento de sufrir un daño por intermedio de un hijo. Se vuelve muy grande la amargura, al recordar que aquella persona que ahora nos daña, fue la misma que en su niñez, consolábamos en las noches de invierno. Es la misma persona, a que entreteníamos cuando no quería comer aquello que le haría bien a su salud y le haría crecer. Y es aquella misma persona, a la que muchas veces le enseñamos a protegerse justamente de quienes le hirieran.
No obstante, nunca pensaste que a la persona que aquella vida heriría sería precisamente, la tuya. Y eso no deja de romperte el corazón, porque nunca lo esperaste.
En la segunda epístola a los cristianos en Corinto, Pablo intenta defenderse de múltiples ataques que ha recibido de personas a las que el mismo les predicó y que muy probablemente también discipuló. Es cobardemente calumniado en el momento que está misionando a otras ciudades griegas, predicando la misma luz del evangelio que ellos recibieron, entregando dedicándose a muchos otros griegos que viven una vida de oscuridad por el pecado, por la vanidad de la filosofía y por la efímera seguridad del cultivo al cuerpo.
Ellos mismos, que en otro tiempo compartían el mismo destino que sus compatriotas de Efeso, Macedonia y Listra. Hoy le critican motivados por egoístas y hedonistas deseos, más que por una genuina preocupación de bienestar para su iglesia local.
Pablo, expone con humildad y sencillez de corazón lo injusto e inmisericorde de las acusaciones de las cuales es victima; pero más allá de desear limpiar su nombre, está el sincero afán de no dejar lugar a dudas, de que el que hace todas las cosas posibles es Dios; y que las fuerzas humanas no son el medio ni la herramienta requerida, para que la gloria de Dios sea evidenciada.
Quien desee pretender que para que Dios manifieste su poder y realice sus milagrosas obras, requiere la presencia de un ser humano capaz, es alguien que realmente no está confiando en el poder de Dios, sino que confía en la limitada y frágil capacidad del ser humano, la que generalmente es incierta y fugaz.
Pues, si confiamos en nosotros mismos, ¿qué lugar queda para la obra milagrosa de Dios?, pareciera que el siglo XX y el XXI nos han enseñado a dejar a Dios que se encargue de los grandes problemas cósmicos del universo. No obstante, el tratamiento del corazón humano, sus conflictos, frustraciones y pecados quedan en manos del hombre mismo. Ya que, la suma de siglos de dolores y derrotas da a nuestra sociedad una seudo autoridad, para desplazar a Dios de nuestro entorno y buscar en nuestro limitado criterio el futuro de nuestras vidas.
Pero cuando echamos una mirada hacia el pasado, vemos que la cosmovisión de nuestra modernidad no difiere mucho de la visión reinante en la ciudad de Corinto. Y al contextualizar las frustraciones de Pablo, podemos ver con claridad, que las nuestras son muy semejantes, por no decir, las mismas de sociedad corintia.
Corinto, puerto griego, donde el comercio fue su principal motor de desarrollo, posee las características propias de un lugar próspero y tolerante. Más aún, cuando la religión promueve la libertad a tal punto, que nada está prohibido, sólo se prohíbe prohibir. Lo que trae como resultado el caldo de cultivo propicio para que el ser humano se sienta señor y amo de su propio destino. En consecuencia, Dios, quien no busca ser un accesorio, sino el elemento principal de nuestras vidas, no tiene cabida en este lugar.
Pero es precisamente a Corinto donde Dios lleva a Pablo, ¿está Dios loco? ¿Confundió Corinto con una ciudad menos pecadora y con un corazón más cercano a Dios?. No, Dios no está loco, sólo trabaja en una lógica muy distante a la nuestra “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” Isaías: 55:9. Y su misericordia es tan grande, que no está en busca de personas aptas ni santas, sino de nosotros, personas completamente pecadoras (Mateo 9:12-13).
Y es a esos pecadores a los que Pablo les predica, personas que creen tener la vida en orden y el futuro asegurado; quienes creen que la esclavitud que llevan es el peso normal y aceptable para pagar el precio de los placeres sociales. Donde la liberación sexual, tiene un garante religioso, que promulga y promueve el sexo desenfrenadamente como un ritual de agradecimiento.
En una comunidad que a diario acoge la visita de miles de ansiosos marineros que son recibidos por también miles de mujeres deseosas de satisfacerlos por un buen precio, o por el simple deseo de sentir placer.
Luego de una laboriosa obra de evangelización, en la que el desaliento y la frustración son los obstáculos que más se repiten; incluso antes de llegar a Corinto, producto del rechazo que sufre en Atenas. Las fuerzas se acaban y la fatiga comienza su obra destructora, pero Pablo continúa, mirando en fe a todos aquellos que creerían en el evangelio, quien como es descrito por el autor del libro de Hebreos, camina con “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1.
Y por eso Dios, en su abundante gracia anima a Pablo reforzando su fe, para que no haya duda, de que se encuentra ahí, por voluntad de Dios “No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad” (Hechos 18: 9-10). ¿Cuántas veces Dios ha puesto algo en nuestro corazón y porque los resultados no son los que esperamos, pensamos que no es voluntad de Dios?
El rechazo que Pablo recibe en Atenas fue absoluto, y en su llegada a Corinto, pareciera que los resultados no serán diferentes. Una ciudad habitada por griegos sofisticados y hedonistas no desea escuchar de un Dios que les hable de pecado y condenación eterna. Sus oídos sólo están abiertos a cualquier dios que les invite a celebrar con desenfreno y locura.
Junto a lo anterior, Pablo debe enfrentarse a enemigos de su propio pueblo, quienes no aceptan que Cristo es el Mesías, y en consecuencia lo desacreditan y buscan por intermedio de cualquier recurso, estorbar la obra evangelizadora. Pablo debe ver con dolor como su propio pueblo se esfuerza en desacreditarlo e impedir que continúe su predicación, al punto que lo llevan ante las autoridades de Corinto para que le castiguen o a lo menos, le echen de la ciudad. Pero la actitud de Galión, nos muestra la poca importancia que daban los corintios a los problemas que los judíos tenían contra Pablo, e incluso problemas sobre quien sería el verdadero Mesías.
Pero Pablo recibe las primeras confirmaciones de su mensaje, cuando importantes judíos creen al mensaje de salvación, entre ellos Crispo y muchos otros más.
Luego de un año y medio de interminable trabajo evangelizador, Pablo, deja Corinto con una promisoria y vigorosa iglesia cristiana. Una luz en medio de la oscuridad del pecado que rebosa por los muros de la ciudadela de Acrocorintio. Queda ahora en manos de los cristianos corintios la labor evangelizadora, contagiar a sus coterráneos con la savia del mensaje divino, y detener la contaminación social de su ciudad.
Pero el tiempo ha pasado, y Pablo ya ha visitado una segunda ocasión a los corintios en el momento que escribe esta carta. Y parte de aquella iglesia que el plantó con tanto sacrificio y resistencia, hoy cuestiona la veracidad de su apostolado. No reconocen en él una autoridad suficiente como para dictar consejos sobre el proceder diario de los miembros de la comunidad cristiana de la ciudad.
Cuando observamos los consejos y exhortaciones que Pablo entrega a los corintios, vemos que en su mayoría, tienen relación con la recurrencia a vicios de su antigua vida mundana, o bien, con malas interpretaciones de la vida que Cristo desea de un buen cristiano. Como a hijos, los aconseja con sabias y amorosas advertencias para que su vida a diario sea más semejante a la de nuestro Señor.
Ante tal preocupación de Pablo por el bienestar de los corintios, nos llenamos de interrogantes por la reacciones de los corintios. Sin embargo, cuando analizamos nuestra vida nos damos cuenta que actuamos de la misma manera cuando alguien critica nuestro estilo de vivir; y generalmente justificamos nuestros acciones con el tiempo que hemos permanecido lejos de Dios. Pero lamentablemente también nos justificamos, desacreditando a quien nos increpa, aunque dicha persona lo haga con amor y respeto.
Pero siendo testigos de la humildad y el trato que Dios hace a las personas, Pablo les recuerda que toda la obra que ha sido realizada en sus vidas, no proviene del conocimiento, experiencia o sabiduría de proviene del hombre. Sino que ha sido la maravillosa obra transformadora de nuestro Señor la que cambió sus corazón, que todo lo maravilloso que han conocido y la liberación de las ataduras del pecado que han experimentado son gracias a la obra redentora de Dios. En consecuencia, la intervención humana no ha entregado ningún aporte al bienestar de los corintios. La preocupación y el tiempo dedicado por Pablo para que ellos recibieran el mensaje no tienen ningún valor. Dado que como barro, los humanos somos frágiles, propensos a desesperar ante el más mínimo inconveniente que se nos enfrente y dados a abdicar a nuestras responsabilidades cuando son alejadas a nuestras intenciones.
Como barro en el cual se pueden invertir muchas horas en su fabricación, pero que nunca podrá ser resistente como un metal. Nuestras vidas son frágiles y nuestra voluntad es cambiante. En todo momento es vulnerable y presta a escuchar el consejo fácil y destructivo, con el único fin de no someterse a la voluntad divina. Pero pese a ello, Dios nos utiliza para que su obra conversora sea hecha en el hombre pecador, y eso hace que no haya gloria para el hombre por ello.
Somos frágiles vasos de barro, somos quebradizos instrumentos de Dios, ¿Por qué?, Porque toda gloria debe ser para Dios. Estamos propensos en todo
momento a los ataques de nuestra bajeza, somos un blanco fácil para nuestras debilidades, ¿para qué? Para que la salvación no dependa de nosotros, sino de la perfecta y suficiente obra de Dios. ¿Qué nos queda por hacer ante tan evidente realidad? Tomar para nosotros lo que Dios dijo a Jeremías “Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.” (Jeremías 1: 19), confiar que la batalla por el destino de nuestras almas no está en las manos de diablo, sino en el corazón de Dios.
Por lo tanto, debemos vivir confiadamente de que nuestro futuro reposa en manos seguras e interesadas en nuestro bienestar final Pablo, pudo defenderse de muchas formas ante tanto ataque que recibió de parte de sus hijos espirituales de Corinto. Pero antes que ocupar el más sencillo y “justo” método de aclaración. Nos aclara que como barro, estamos propensos a muchos errores.
No obstante, somos receptáculos del más grande bien que una persona puede recibir, la salvación eterna del alma. Y aunque somos el contenedor de tan grande bienestar, no tenemos gloria en ello, tan sólo gracia.
¿Dejaremos de hacer la obra de Dios por la gran cantidad de grietas que tiene nuestra vida?. Al contrario, para que la gloria de Dios pueda ser manifestada en su plenitud, nosotros debemos entregarnos a su voluntad, para que actúe con libertad y perfección; y así obtener a la postre un espíritu dócil y humilde para su Gloria
Enviado por Raymon Curti
¡De la gloria al infierno!
Pasaje bíblico: 1 Reyes 18:20-46
“Los peligros de la inestabilidad emocional en la vida cristiana”
Elías ha hecho descender fuego del cielo el cual consumió el holocausto, agua y hasta la tierra, demostrando con esto que ¡Jehová es el verdadero Dios de Israel y del Mundo¡ El rey Acab y los sacerdotes de Baal quedaron avergonzados, de hecho Elías dio muerte a más de cuatrocientos profetas y sacerdotes del ídolo e Israel está dispuesto a reconocer a Jehová como Dios único y verdadero. Elías asume una actitud que es determinante para conseguir un segundo milagro ese mismo día, veamos la actitud asumida por el profeta Elías para hacer descender la lluvia:I.- UNA ACTITUD EJEMPLAR
Se humilla ante el Señor (vr. 42 b). Elías nunca sintió que era innecesario el humillarse ante el Señor por haber hecho descender fuego del cielo hace poco tiempo, por ser un hombre de Dios, Él sintió que de todas maneras tenía que ser humilde ante el Señor. Jehová es Dios, Elías sólo un instrumento.
Debemos ser humildes ante el Señor sin importar todos los milagros que Dios ha realizado en nuestra vida.
Elías ora para respaldar su fe (vrs. 41 y 42 b ). Él sabía que la lluvia iba a descender sobre Israel (18.1). Pero ora al Señor para que cumpla su palabra, la oración para Elías sigue siendo un medio de bendición. Todo cristiano debe orar para confirmar la fe que tiene en el Todopoderoso.
Es paciente en su oración (vr. 43). Sabe esperar en la respuesta de Dios, nunca se desesperó, no se llenó de incredulidad, siempre estuvo postrado en oración: ¡Eso es paciencia!
Persiste en la oración (vr.43). Mandó hasta en siete ocasiones a su criado mirar hacia el mar, lo intenta una y otra vez. La paciencia es aguantar, la perseverancia es avanzar. Hay ocasiones que requerimos ser persistentes una y otra vez hasta lograr el objetivo: ¡La respuesta Divina!
Se prepara para recibir la respuesta divina ( vr..44 y 46) ¡Una pequeña nube es la gran señal para el profeta! Dejó de orar y se encaminó a Jezreel, allí estaba la respuesta del Señor a su oración. Debemos poseer capacidad para saber exactamente que la respuesta del Señor ya llegó.
Elías mantiene clara la perspectiva ministerial No confunde el medio con el fin. El objetivo divino es hacer llover sobre Israel, no hacer descender fuego del cielo. Debemos ser capaces de discernir lo que es la voluntad absoluta de Dios, uno tiene que saber aceptar la voluntad permisiva de Dios.
II.- UNA ACTITUD NO EJEMPLAR
Sin embargo, a pesar de esos dos milagros realizados el mismo día en su vida ministerio, el profeta recibió malas noticias de parte de la reina Jezabel las cuales lo hundieron en una profunda depresión al grado que deseaba morirse: ¡La reina lo amenazó con matarlo! Elías, el profeta que celebró con gozo y alegría el descenso del fuego y la lluvia ahora está sumido en el desaliento. El profeta que estuvo lleno de júbilo por la respuesta de Dios ahora quiere morirse de pavor.
Muchas ocasiones los cristianos actuamos igual que Elías, cuando tenemos la respuesta de Dios a nuestras oraciones estamos que no cabemos de felicidad, pero cuando las malas noticias llegan a nuestra vida, queremos morirnos o al menos, estamos sumidos en una profunda depresión.
III.- CONSEJOS QUE NOS PERMITIRÁN NUNCA CAER EN DEPRESIÓN y/o salir cuanto antes de ella (1 Reyes 19:1-18):
Nunca te compares con nadie (19:4 c). Elías descubrió que no era mejor que sus antepasados lo cual lo orilló a vivir esa terrible experiencia de querer morirse. Recuerda, siempre hay personas que son mejores que tú y también, debes tener presente, Dios tiene un plan personal y específico para cada quien.
No te sientas el único (10,14,). Elías llegó a pensar que era el único hombre fiel a Jehová en todo Israel y que por tanto Dios se iba a quedar sin profeta sí él moría en manos de Jezabeel.
No olvides nunca, que hay miles y millones de personas que aman y siguen a Cristo día a día y aunque no expresan su amor por Él igual que tú, pero son fieles a Dios.
Aprende a descansar (vr. 5, 6,9). Dos veces se quedó profundamente dormido. Poco puedes impresionar a Dios con vivir una vida de arriba abajo; al Señor no le sorprende que te levantes muy temprano y acudas a descansar hasta muy tarde; él quiere que cuides ese cuerpo que te dio para que vivas en él.
Aliméntate bien (8). Las malpasadas, los ayunos y una mala alimentación llegan a producir o facilitar la depresión en la persona. Recuerda, Dios ya no te responde por medio de tus sacrificios, él te da respuesta basado en la fe que tienes en Cristo.
No te alejes del lugar donde Dios te ha colocado (vr.3).Elías tenía que ministrar en Israel y no en Judá. Los problemas y dificultades nunca deben alejarte de tu iglesia local, más bien, participa con más dedicación y responsabilidad en todas sus actividades.
Aprende a diferenciar el poder de Dios de la presencia del Señor (vrs.11 y 12).El viento, el terremoto y el fuego al igual que la lluvia no mostraban la presencia de Dios, el silbo apacible y delicado era una contundente prueba de la presencia del Todopoderoso. ¿Qué es lo que más buscas el ruido y todo aquello que impresiona o el silbo suave y delicado que indican que Dios está presente?
Conclusión:
Aprendemos de Elías el hecho de saber que Dios es más importante para nosotros que todo lo que Él puede hacer. Es su presencia en nuestra vida lo más valioso. De poco nos sirve el ver manifestaciones del poder de Dios sí a Él no le permitimos otorgarnos paz, seguridad y confianza en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Enviado por Hermilo Rojo Venegas
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