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lunes, 3 de junio de 2013

La Cruz



Para el pueblo que recibió la ley de parte de Dios la Cruz fue el castigo merecido de un profeta de Belén. El cual perdió la razón y se dio a conocer a ellos cómo el Cristo de Dios, aquél del cual se había dicho que les libertaría de todo yugo. Pero ellos no le reconocieron.
Para el imperio que gobernaba en esa época la Cruz fue lo que merecía un tumultoso que junto con un grupo de pescadores, publicanos y prostitutas aseguraban que existía un reino mucho mayor que el que sus ojos veían.
Para los custodios del templo la Cruz fue la consecuencia de que un carpintero perdió la razón y se proclamó a sí mismo el ungido de Dios. Para otros religiosos de la época la Cruz fue el justo pago para aquél que sanaba y hacia libres a endemoniados en día de reposo.
Para todo aquel que aún está bajo el dominio del enemigo la Cruz es una locura sin sentido. O algo que se cuelga en cuello o en sus autos cómo buena suerte.
Pero………hay otros para los cuales la Cruz ha sido todo.
La Cruz significó el paraíso para el ladrón que murió junto a Jesús. Fue el anhelado descanso para una vida malgastada, fue la recompensa más grande que nadie podía pagar, más solo su compañero de crucifixión. Para aquél soldado que traspasó el cuerpo de Jesús la Cruz fue la señal de que aquél hombre en verdad era el Hijo de Dios. Para aquél que clama desesperanzado en un cuarto solo a punto de quitarse la vida la Cruz se convirtió en su única salvación.
Para aquel cuyo dolor traspasó su alma la Cruz fue el único bálsamo que pudo restaurarle. Para aquel quien había perdido toda cordura la Cruz pagó el preció para sanarle. Para aquel quien era atormentado sin descanso la Cruz fue lo único con el Poder suficiente para libertarle. Para aquel que era un juguete del enemigo la Cruz le dio potestad para que hoy el enemigo esté bajo sus pies.
Para todo aquel que estaba muerto la Cruz fue lo único que le devolvió la vida de manera eterna.
¿Y para ti, qué es la Cruz?
Juan 3:16 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”












Mamá, ¡el Pastor habla de tí!

    


Después de mucho tiempo una señora volvió a ir al culto con su hijita. Por causa de su trabajo no podía asistir a los cultos matinales; por eso fue en la noche. El pastor habló en esa ocasión acerca de la negligencia de muchos en cuánto al cumplimiento de sus deberes cristianos: No leen la Biblia, descuidan la asistencia a los cultos, etcétera.
La niñita escuchaba atentamente el sermón y, cuando oyó que el pastor hablaba del descuido de muchos padres, se volvió a su madre y, confiada, le dijo:
“¡Mamital ¿Te habla a ti el pastor?” Estas palabras fueron un flechazo para el corazón de la madre que permaneció callada. Esa ingenua pregunta de su propia hijita fue para ella un sermón vivo y eficaz.
Sería conveniente que también nosotros tuviésemos a alguien que nos formulara esta pregunta mientras escuchamos el sermón de nuestro pastor. Sin embargo, tantas veces escuchamos el sermón de un pastor con el fin de criticar, o para oir al orador tras el sermón, o para oir por oir porque estamos con el reloj en la mano calculando el tiempo que tarda.
Sí, es conveniente que nos preguntemos, a veces, durante el culto: “¿Te habla a ti el pastor?” O para ser más exactos preguntémonos así: “¿No te está hablando Dios a ti por medio del pastor?”–L. Gross.
Dios siempre habla. Continuamente habla. De muchas maneras Él habla. Habla directo al corazón, a través de la BIblia, a través de personas incluyendo el pastor en sus sermones, amigos y a través de las circunstancias de la vida. Ya lo estas oyendo?
Cuando fue la última vez que fuiste a la Iglesia? Qué te dijo Dios allí?
No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad. Hech 2:46
Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor. Ecle 12:11
Fuente: Devocionales Cristianos







nancy amancio arrebato

Todo se lo debo a el