“Respondiendo Jesús le dijo: cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”, Juan 4:13 y 14 En los tiempos de Jesús, la región de
Palestina estaba dividida en tres partes: al norte estaba
Galilea, en el sur estaba
Judea y en el medio
Samaria. Entre los judíos y los samaritanos existía una
enemistad de siglos debido a las mezclas con los invasores paganos. La forma más rápida para ir de Judea a Galilea era atravesar Samaria. El viaje se podía hacer en tres días si se pasaba por Samaria.
La otra posibilidad era
cruzar el Jordán; esta ruta llevaba el doble del
tiempo, de manera que Jesús tenía que pasar por Samaria si quería ir a Galilea por el camino más corto. En el camino llegaron a la ciudad de Sicar, lugar donde se encontraba el pozo que se conoce con el nombre del
pozo de Jacob. El pozo tenía más de treinta metros de profundidad y para poder sacar el agua se necesitaba con qué hacerlo. Veamos algunos detalles de este pasaje:
1- Antecedentes de la entrevista: (Juan 4:1 – 6), una frase extraña introduce este pasaje: “Y le
era necesario pasar por Samaria” (v. 4). Esto nos hace pensar en que había una necesidad más que una obligación, sobre todo cuando sabemos que había otros caminos que se pudieron haber tomado para llegar a Galilea.
La palabra sugiere que
la razón de esa necesidad no era ni geográfica ni por presión social, sino la pasión de Jesús por la oveja perdida. El lugar de la entrevista fue Sicar; la hora, el mediodía. Jesús se sentó a descansar del viaje, esperando la comida que los discípulos habían ido a comprar. El mediodía no era la hora común para que las
mujeres visitaran el pozo; la presencia de la samaritana se explica por la suposición de que ésta tenía mala reputación entre las mujeres de la aldea, y por eso prefería ir por agua cuando no hubiera nadie más ahí.
2- Personajes de la entrevista: (Juan 4:7 – 15), la mujer era samaritana, ignorante, pecaminosa, pobre; ella vio a Jesús sólo como un viajero curioso y fue indiferente con Él. Ella era imprudentemente atrevida. Jesús se dirigió a ella con tacto, tratando de disminuir el prejuicio que existía entre samaritanos y judíos. La reacción de la mujer fue de burla; le parecía gracioso el hecho de que un judío le pidiera agua a ella, una samaritana. Ella no comprendió que Jesús hablaba de agua
espiritual.
3- Enfrentando la verdad: (Juan 4:16 – 18), entonces Jesús le pide que vaya hasta la aldea (una milla de camino) y traiga a su marido. Jesús tenía un propósito más profundo: descubrir su vida privada y restaurarla; usando su conocimiento profético la desenmascara al decirle: “Bien has dicho: no tengo marido…”