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miércoles, 13 de abril de 2011

LA OVEJITA PERDIDA

 

1, 2, 3, 10, 20, 60, 80, 97, 98, 99, ¿99? ¡¡”No puede ser, habré contado mal”, dijo!!
Y empezó otra vez a contar 1, 2, 3,…, 99.
No se había equivocado, le faltaba una. Había pasado todo el día llevando las ovejas a donde haya mejores pastos, donde puedan beber agua limpia y cristalina, muy atento estuvo para que ningún animal feroz se acerque a alguna de ellas y haga estragos.
Sin embargo le faltaba una.  La tarde comenzaba a caer, las había reunido a todas para llevarlas al corral. Enseguida pensó: no puedo dejarla sola, tengo que ir a buscarla dentro de poco va a venir la noche y muy seguro que alguna fiera viéndola deambulando y desprotegida la ataque y la mate.
Rápidamente empezó a actuar, la impaciencia lo embargaba, junto a todas las demás ovejas y las dejo bien resguardadas y cuando las vio bien seguras dio media vuelta y con paso apresurado se fue a buscarla, camino por el desierto, cruzo arroyos, comenzó a subir la montaña, paso del otro lado, siguió su marcha nada lo hacia detener, pensaba que no iba a parar hasta encontrarla, siguió marchando, cada vez mas a prisa porque la noche ya llegaba.
Sus pasos eran firmes, sus oídos muy atentos, a lo mejor la sentía balar, tal vez estaría enganchada en algún arbusto!!! De pronto a lo lejos en medio de un matorral ve que algo se mueve.
Sigilosamente se acerca y……allí la ve, atrapada, sin poder moverse.
Tiende sus manos, la toma en sus brazos, la abraza y vuelve por el camino. La lleva sobre su hombro para darle seguridad y protección. Muy presuroso vuelve al lugar en donde dejo a las otras ovejas, y a todas juntas las lleva al aprisco a resguardarlas de la noche. ¡Que alegría tiene el pastor! encontró la oveja, estaba tranquilo, todas estaban en un buen lugar!!!!!!
Cuantas veces como la ovejita nos fuimos apartando del redil, cuando nos dimos cuenta estábamos enredados en tantas cosas, que fueron tapándonos y apartándonos del Buen Pastor, pensábamos que solo podíamos salir, y cuando quisimos no fue posible, estábamos en una enredadera.
Pero ahí esta el amado Pastor, pronto para extender su mano, nos toma en sus brazos, nos abraza, si estamos heridos cura nuestras heridas y pone bálsamo a nuestro dolor, nos conduce por lugares seguros y nos guarda que las fieras no nos hagan daño.
Si todavía estás atrapado, no puedes salir y no puedes avanzar, deja y entrégate en las manos del Pastor de nuestras almas y El te conducirá por verdes pastos y el bien y la misericordia te acompañarán todos los días de tu vida.
Enviado por Mary Romero

VASOS DE BARO

Vasos de barro
 

Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.
Se dice que quien es padre, no puede sentir más dolor que al momento de sufrir un daño por intermedio de un hijo. Se vuelve muy grande la amargura, al recordar que aquella persona que ahora nos daña, fue la misma que en su niñez, consolábamos en las noches de invierno. Es la misma persona, a que entreteníamos cuando no quería comer aquello que le haría bien a su salud y le haría crecer. Y es aquella misma persona, a la que muchas veces le enseñamos a protegerse justamente de quienes le hirieran.
No obstante, nunca pensaste que a la persona que aquella vida heriría sería precisamente, la tuya. Y eso no deja de romperte el corazón, porque nunca lo esperaste.
En la segunda epístola a los cristianos en Corinto, Pablo intenta defenderse de múltiples ataques que ha recibido de personas a las que el mismo les predicó y que muy probablemente también discipuló. Es cobardemente calumniado en el momento que está misionando a otras ciudades griegas, predicando la misma luz del evangelio que ellos recibieron, entregando dedicándose a muchos otros griegos que viven una vida de oscuridad por el pecado, por la vanidad de la filosofía y por la efímera seguridad del cultivo al cuerpo.
Ellos mismos, que en otro tiempo compartían el mismo destino que sus compatriotas de Efeso, Macedonia y Listra. Hoy le critican motivados por egoístas y hedonistas deseos, más que por una genuina preocupación de bienestar para su iglesia local.
Pablo, expone con humildad y sencillez de corazón lo injusto e inmisericorde de las acusaciones de las cuales es victima; pero más allá de desear limpiar su nombre, está el sincero afán de no dejar lugar a dudas, de que el que hace todas las cosas posibles es Dios; y que las fuerzas humanas no son el medio ni la herramienta requerida, para que la gloria de Dios sea evidenciada.
Quien desee pretender que para que Dios manifieste su poder y realice sus milagrosas obras, requiere la presencia de un ser humano capaz, es alguien que realmente no está confiando en el poder de Dios, sino que confía en la limitada y frágil capacidad del ser humano, la que generalmente es incierta y fugaz.
Pues, si confiamos en nosotros mismos, ¿qué lugar queda para la obra milagrosa de Dios?, pareciera que el siglo XX y el XXI nos han enseñado a dejar a Dios que se encargue de los grandes problemas cósmicos del universo. No obstante, el tratamiento del corazón humano, sus conflictos, frustraciones y pecados quedan en manos del hombre mismo. Ya que, la suma de siglos de dolores y derrotas da a nuestra sociedad una seudo autoridad, para desplazar a Dios de nuestro entorno y buscar en nuestro limitado criterio el futuro de nuestras vidas.
Pero cuando echamos una mirada hacia el pasado, vemos que la cosmovisión de nuestra modernidad no difiere mucho de la visión reinante en la ciudad de Corinto. Y al contextualizar las frustraciones de Pablo, podemos ver con claridad, que las nuestras son muy semejantes, por no decir, las mismas de sociedad corintia.
Corinto, puerto griego, donde el comercio fue su principal motor de desarrollo, posee las características propias de un lugar próspero y tolerante. Más aún, cuando la religión promueve la libertad a tal punto, que nada está prohibido, sólo se prohíbe prohibir. Lo que trae como resultado el caldo de cultivo propicio para que el ser humano se sienta señor y amo de su propio destino. En consecuencia, Dios, quien no busca ser un accesorio, sino el elemento principal de nuestras vidas, no tiene cabida en este lugar.
Pero es precisamente a Corinto donde Dios lleva a Pablo, ¿está Dios loco? ¿Confundió Corinto con una ciudad menos pecadora y con un corazón más cercano a Dios?. No, Dios no está loco, sólo trabaja en una lógica muy distante a la nuestra “Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra!” Isaías: 55:9. Y su misericordia es tan grande, que no está en busca de personas aptas ni santas, sino de nosotros, personas completamente pecadoras (Mateo 9:12-13).
Y es a esos pecadores a los que Pablo les predica, personas que creen tener la vida en orden y el futuro asegurado; quienes creen que la esclavitud que llevan es el peso normal y aceptable para pagar el precio de los placeres sociales. Donde la liberación sexual, tiene un garante religioso, que promulga y promueve el sexo desenfrenadamente como un ritual de agradecimiento.
En una comunidad que a diario acoge la visita de miles de ansiosos marineros que son recibidos por también miles de mujeres deseosas de satisfacerlos por un buen precio, o por el simple deseo de sentir placer.
Luego de una laboriosa obra de evangelización, en la que el desaliento y la frustración son los obstáculos que más se repiten; incluso antes de llegar a Corinto, producto del rechazo que sufre en Atenas. Las fuerzas se acaban y la fatiga comienza su obra destructora, pero Pablo continúa, mirando en fe a todos aquellos que creerían en el evangelio, quien como es descrito por el autor del libro de Hebreos, camina con “la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.” Hebreos 11:1.
Y por eso Dios, en su abundante gracia anima a Pablo reforzando su fe, para que no haya duda, de que se encuentra ahí, por voluntad de Dios “No tengas miedo; sigue hablando y no te calles, pues estoy contigo. Aunque te ataquen, no voy a dejar que nadie te haga daño, porque tengo mucha gente en esta ciudad” (Hechos 18: 9-10). ¿Cuántas veces Dios ha puesto algo en nuestro corazón y porque los resultados no son los que esperamos, pensamos que no es voluntad de Dios?
El rechazo que Pablo recibe en Atenas fue absoluto, y en su llegada a Corinto, pareciera que los resultados no serán diferentes. Una ciudad habitada por griegos sofisticados y hedonistas no desea escuchar de un Dios que les hable de pecado y condenación eterna. Sus oídos sólo están abiertos a cualquier dios que les invite a celebrar con desenfreno y locura.
Junto a lo anterior, Pablo debe enfrentarse a enemigos de su propio pueblo, quienes no aceptan que Cristo es el Mesías, y en consecuencia lo desacreditan y buscan por intermedio de cualquier recurso, estorbar la obra evangelizadora. Pablo debe ver con dolor como su propio pueblo se esfuerza en desacreditarlo e impedir que continúe su predicación, al punto que lo llevan ante las autoridades de Corinto para que le castiguen o a lo menos, le echen de la ciudad. Pero la actitud de Galión, nos muestra la poca importancia que daban los corintios a los problemas que los judíos tenían contra Pablo, e incluso problemas sobre quien sería el verdadero Mesías.
Pero Pablo recibe las primeras confirmaciones de su mensaje, cuando importantes judíos creen al mensaje de salvación, entre ellos Crispo y muchos otros más.
Luego de un año y medio de interminable trabajo evangelizador, Pablo, deja Corinto con una promisoria y vigorosa iglesia cristiana. Una luz en medio de la oscuridad del pecado que rebosa por los muros de la ciudadela de Acrocorintio. Queda ahora en manos de los cristianos corintios la labor evangelizadora, contagiar a sus coterráneos con la savia del mensaje divino, y detener la contaminación social de su ciudad.
Pero el tiempo ha pasado, y Pablo ya ha visitado una segunda ocasión a los corintios en el momento que escribe esta carta. Y parte de aquella iglesia que el plantó con tanto sacrificio y resistencia, hoy cuestiona la veracidad de su apostolado. No reconocen en él una autoridad suficiente como para dictar consejos sobre el proceder diario de los miembros de la comunidad cristiana de la ciudad.
Cuando observamos los consejos y exhortaciones que Pablo entrega a los corintios, vemos que en su mayoría, tienen relación con la recurrencia a vicios de su antigua vida mundana, o bien, con malas interpretaciones de la vida que Cristo desea de un buen cristiano. Como a hijos, los aconseja con sabias y amorosas advertencias para que su vida a diario sea más semejante a la de nuestro Señor.
Ante tal preocupación de Pablo por el bienestar de los corintios, nos llenamos de interrogantes por la reacciones de los corintios. Sin embargo, cuando analizamos nuestra vida nos damos cuenta que actuamos de la misma manera cuando alguien critica nuestro estilo de vivir; y generalmente justificamos nuestros acciones con el tiempo que hemos permanecido lejos de Dios. Pero lamentablemente también nos justificamos, desacreditando a quien nos increpa, aunque dicha persona lo haga con amor y respeto.
Pero siendo testigos de la humildad y el trato que Dios hace a las personas, Pablo les recuerda que toda la obra que ha sido realizada en sus vidas, no proviene del conocimiento, experiencia o sabiduría de proviene del hombre. Sino que ha sido la maravillosa obra transformadora de nuestro Señor la que cambió sus corazón, que todo lo maravilloso que han conocido y la liberación de las ataduras del pecado que han experimentado son gracias a la obra redentora de Dios. En consecuencia, la intervención humana no ha entregado ningún aporte al bienestar de los corintios. La preocupación y el tiempo dedicado por Pablo para que ellos recibieran el mensaje no tienen ningún valor. Dado que como barro, los humanos somos frágiles, propensos a desesperar ante el más mínimo inconveniente que se nos enfrente y dados a abdicar a nuestras responsabilidades cuando son alejadas a nuestras intenciones.
Como barro en el cual se pueden invertir muchas horas en su fabricación, pero que nunca podrá ser resistente como un metal. Nuestras vidas son frágiles y nuestra voluntad es cambiante. En todo momento es vulnerable y presta a escuchar el consejo fácil y destructivo, con el único fin de no someterse a la voluntad divina. Pero pese a ello, Dios nos utiliza para que su obra conversora sea hecha en el hombre pecador, y eso hace que no haya gloria para el hombre por ello.
Somos frágiles vasos de barro, somos quebradizos instrumentos de Dios, ¿Por qué?, Porque toda gloria debe ser para Dios. Estamos propensos en todo
momento a los ataques de nuestra bajeza, somos un blanco fácil para nuestras debilidades, ¿para qué? Para que la salvación no dependa de nosotros, sino de la perfecta y suficiente obra de Dios. ¿Qué nos queda por hacer ante tan evidente realidad? Tomar para nosotros lo que Dios dijo a Jeremías “Y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte.” (Jeremías 1: 19), confiar que la batalla por el destino de nuestras almas no está en las manos de diablo, sino en el corazón de Dios.
Por lo tanto, debemos vivir confiadamente de que nuestro futuro reposa en manos seguras e interesadas en nuestro bienestar final Pablo, pudo defenderse de muchas formas ante tanto ataque que recibió de parte de sus hijos espirituales de Corinto. Pero antes que ocupar el más sencillo y “justo” método de aclaración. Nos aclara que como barro, estamos propensos a muchos errores.
No obstante, somos receptáculos del más grande bien que una persona puede recibir, la salvación eterna del alma. Y aunque somos el contenedor de tan grande bienestar, no tenemos gloria en ello, tan sólo gracia.
¿Dejaremos de hacer la obra de Dios por la gran cantidad de grietas que tiene nuestra vida?. Al contrario, para que la gloria de Dios pueda ser manifestada en su plenitud, nosotros debemos entregarnos a su voluntad, para que actúe con libertad y perfección; y así obtener a la postre un espíritu dócil y humilde para su Gloria
Enviado por Raymon Curti

¡De la gloria al infierno!


Pasaje bíblico: 1 Reyes 18:20-46
“Los peligros de la inestabilidad emocional en la vida cristiana”
Elías ha hecho descender fuego del cielo el cual consumió el holocausto, agua y hasta la tierra, demostrando con esto que ¡Jehová es  el verdadero Dios de Israel y del Mundo¡ El rey Acab y los sacerdotes de Baal quedaron avergonzados, de hecho Elías dio muerte a más de  cuatrocientos  profetas y sacerdotes del ídolo  e Israel está dispuesto a reconocer a Jehová como Dios único y verdadero. Elías  asume una actitud   que  es determinante   para conseguir un segundo milagro ese mismo día, veamos la actitud asumida por el profeta Elías para hacer descender la lluvia:
I.- UNA ACTITUD EJEMPLAR
Se humilla ante el Señor (vr. 42 b). Elías nunca sintió que era innecesario el humillarse ante el Señor por haber hecho descender fuego del cielo hace poco tiempo, por ser un hombre de Dios, Él sintió que de todas maneras tenía que ser humilde ante el Señor. Jehová  es Dios, Elías sólo un instrumento.
Debemos ser humildes ante el Señor sin importar todos los milagros que Dios ha realizado en nuestra vida.
Elías ora para respaldar su fe (vrs. 41 y 42 b ). Él sabía   que la lluvia iba a descender sobre Israel  (18.1). Pero ora al Señor para que cumpla su palabra, la oración para Elías sigue siendo un medio de bendición. Todo cristiano debe orar para confirmar la fe que tiene en el Todopoderoso.
Es paciente en su oración (vr. 43). Sabe esperar en la respuesta de Dios, nunca se desesperó, no se llenó de incredulidad, siempre estuvo postrado  en oración: ¡Eso es paciencia!
Persiste en la oración (vr.43). Mandó hasta en siete ocasiones a su criado mirar hacia el mar, lo intenta una y otra vez. La paciencia es aguantar, la perseverancia es avanzar. Hay ocasiones que requerimos ser persistentes una y otra vez hasta lograr  el objetivo: ¡La respuesta Divina!
Se prepara para recibir la respuesta divina ( vr..44 y  46) ¡Una pequeña nube es la gran señal para el profeta! Dejó de orar y se encaminó a Jezreel,  allí estaba la respuesta del Señor a su oración. Debemos poseer capacidad para saber exactamente que la respuesta del Señor ya llegó.
Elías mantiene clara la perspectiva ministerial No confunde el medio con el fin. El  objetivo divino es hacer llover sobre Israel, no hacer descender fuego  del cielo. Debemos ser capaces de discernir lo que es la voluntad absoluta de Dios, uno tiene que saber aceptar la voluntad permisiva de  Dios.
II.- UNA ACTITUD NO EJEMPLAR
Sin embargo, a pesar de esos dos milagros realizados el mismo día en su vida  ministerio, el profeta recibió malas noticias de parte de la reina Jezabel las cuales  lo hundieron en una profunda depresión al grado que deseaba morirse: ¡La reina lo amenazó con matarlo! Elías, el profeta que celebró con gozo y alegría el descenso del fuego y la lluvia ahora está sumido en el desaliento. El profeta que estuvo lleno de júbilo por la respuesta de Dios ahora quiere morirse de pavor.
Muchas ocasiones los cristianos actuamos igual que Elías, cuando tenemos la respuesta de Dios a nuestras oraciones estamos que no cabemos de felicidad, pero cuando las malas noticias llegan a nuestra vida, queremos morirnos o al menos, estamos sumidos en una profunda depresión.
III.- CONSEJOS QUE NOS PERMITIRÁN NUNCA CAER EN DEPRESIÓN y/o salir cuanto antes de ella (1 Reyes 19:1-18):
Nunca te compares con nadie (19:4 c). Elías descubrió que no era mejor que sus antepasados lo cual lo orilló a vivir esa terrible experiencia de querer morirse. Recuerda, siempre hay personas que son mejores que tú y también, debes tener presente, Dios tiene un plan personal y específico para cada quien.
No te sientas el único (10,14,). Elías llegó a pensar que era el único hombre fiel a Jehová en todo Israel y que por tanto Dios se iba a quedar sin profeta sí él moría en manos de Jezabeel.
No olvides nunca, que hay miles y millones de personas que aman y siguen a Cristo día a día y aunque no expresan su amor por Él igual que tú, pero son fieles a Dios.
Aprende a descansar (vr. 5, 6,9). Dos veces se quedó profundamente dormido. Poco puedes impresionar a Dios con vivir una vida de arriba abajo; al Señor no le sorprende que te levantes muy temprano y acudas a descansar hasta muy tarde; él quiere que cuides ese cuerpo que te dio para que vivas en él.
Aliméntate bien (8).  Las malpasadas, los ayunos y una mala alimentación llegan a producir o facilitar la depresión en la persona. Recuerda, Dios ya no te responde por medio de tus sacrificios, él te da respuesta basado en la fe que tienes en Cristo.
No te alejes del lugar donde Dios te ha colocado (vr.3).Elías tenía que ministrar en Israel y no en Judá. Los problemas y dificultades nunca deben alejarte de tu iglesia local, más bien, participa con más dedicación y responsabilidad en todas sus actividades.
Aprende a diferenciar el poder de Dios de la presencia del Señor (vrs.11 y 12).El viento, el terremoto y el fuego  al igual que la lluvia no mostraban la presencia de Dios, el silbo apacible y delicado era una contundente prueba de la presencia del Todopoderoso. ¿Qué es lo que más buscas el ruido y todo aquello que impresiona o el silbo suave y delicado que indican que Dios está presente?
Conclusión:
Aprendemos de Elías el hecho de saber que Dios es más importante para nosotros que todo lo que Él puede hacer. Es su presencia en nuestra vida lo más valioso. De poco nos sirve el ver manifestaciones del poder de Dios sí a Él no le permitimos otorgarnos paz, seguridad y confianza en los momentos más difíciles de nuestra vida.
Enviado por Hermilo Rojo Venegas

sábado, 2 de abril de 2011

El santo de Dios

Y entraron en Capernaum; y los días de reposo, entrando en la sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea. Marcos 1:21-28
Es relativamente fácil ser experto en algún tema, se requiere de esfuerzo es verdad, pero cualquiera que tenga las ganas y la convicción puede lograrlo.  Lo realmente difícil es ser una autoridad en cualquier tema, esto significa que aún los expertos se sientan a escuchar con respeto. Esto es lo que estaba pasando con Jesús. “Y se admiraban de su doctrina”, la gente estaba maravillada, como muchos lo hacen actualmente.
Muchos consideran a Jesús como un gran maestro, un gran filosofo, un gran guía espiritual, etc. Es verdad, eso es Jesús, pero no sólo es eso. Jesús es más mucho más que eso.
Hay muchas interpretaciones con respecto al hombre con espíritu inmundo, unos dicen que se trata de alguien con epilepsia, otros que es esquizofrénico, o de doble personalidad, o que realmente se trata de alguien endemoniado. Independientemente de lo que signifique este endemoniado veía algo más en Jesús. “Sé quién eres,  el Santo de Dios.” Este demonio reconocía quien es Jesús, Dios Santo en la tierra. Entonces reconocer quien es Jesús no basta, lo importante es tener fe en Jesús, “el Santo de Dios”
Al leer el texto en un primer vistazo, nos podemos formar la idea de que Jesús se molesto porque lo llamaran “el Santo de Dios”. Algunos piensan que quería pasar inadvertido, pero si eso fuera cierto, Jesús no lo hubiera expulsado en frente de todos, de hecho eso causo mucho alboroto. “Y todos se asombraron,  de tal manera que discutían entre sí”
Jesús sabía que se admiraban de su enseñanza,  también sabe que eso no es suficiente para que las personas tengan acceso a la vida eterna. Jesús también sabía que un endemoniado vendría a identificarlo en ese preciso momento. Por eso aprovecha la ocasión para hacer algo mas allá de sus enseñanzas verbales, las llevo a la práctica. Y de ese modo demostró que es “el Santo de Dios” tanto que “muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.”
Jesús no se enojo porque lo identificaran, al contrario eso es lo que quería. Jesús quiere que lo conozcan. Pero no sólo como el Gran maestro, o como profeta, sino como Dios. “el Santo de Dios”
Enviado por Alejandro Cunillé

El jabón y el evangelio

Cierto día paseaban juntos un fabricante de jabón y un predicador; y en el curso de la conversación, el fabricante, quien era incrédulo, le dice al predicador:
- El evangelio que usted predica señor, no me parecee haber tenido mucha eficacia, pues veo que en el mundo abunda la maldad y hay todavía personas malas.
Más adelante encontraron a un niño que estaba jugando en el barro de la calle, y se hallaba completamente sucio.
Al verlo en este estado, el predicador se valió de la oportunidad y volviéndose al fabricante de jabón le dijo:
-Señor, el jabón que usted fabrica no parece haber tenido mucha eficacia, porque veo que en el mundo abunda la suciedad y hay muchas personas sucias.
-¡Ah!- respondió el fabricante – es que mi jabón sólo quita la suciedad cuando se aplica sobre lo sucio.
-Exactamente lo mismo – replicó el predicador – es lo que sucede con el evangelio. Solo quita la maldad y limpia de ella, cuando el pecador se lo aplica a su corazón manchado de pecado.
Albores

El hombre con seis mil problemas

“Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.”Marcos 5:2-13
Se ve a lo lejos, alcanzamos a identificarlo poco a poco se avecina a toda velocidad, viene con toda su furia, con todo su terror, con toda su fuerza contra nosotros: Un Problema. Puede ser cualquier Problema, al fin y al cabo cuando llega todos se parecen. El mismo sentimiento nos inunda, desesperación, miedo, impotencia, desilusión, angustia, etc.
Sabemos que han luchado con él, han intentado todo lo humanamente posible, psicólogos, medicinas, brujos, amuletos, ritos, para resumir han usado “grilletes y cadenas”, pero no son suficientes para controlar el Problema.
Nos atormenta de día y de noche, no nos deja dormir con sus voces. Parecemos pollos rostizados, dando vueltas en la cama.  Por el día no nos deja trabajar, no nos deja concentrarnos. Nos lleva a lugares no deseados, lugares oscuros y tenebrosos llenos de dolor, ahí es donde el Problema se siente cómodo. ¿Quizás has estado ahí? En el monte llamado “Dolor de cabeza” o en el cementerio llamado “La depresión”, o nos hiere con piedras llamadas “autoconmiseración”. “Pobrecito de mí, nadie me quiere, Dios se ha olvidado mí, Dios me ha dado la espalda, no valgo nada”. Son piedras que nos hieren en lo más profundo.
El problema se ve, cada vez más y más grande. No sólo eso, nuestro miedo incrementa, no sabemos que hacer. En eso alguien se atreve a preguntar el nombre del Problema “¿Cómo te llamas?” ¿Depresión, apatía, infelicidad, desamor, desempleo, desanimo, pobreza, flojera, mentira, envidia, ira,  enfermedad… cómo? ¿Cómo se llama tu problema?
Jesús es quien pregunta, era un experto sacando demonios, eliminando problemas. Los cazafantasmas hubieran querido contratarlo. Una sola palabra y los endemoniados eran sanados. Ahora decide actuar diferente, pregunta el nombre de aquel demonio, es decir del “Problema” que atormenta a ese hombre. ¿Cómo se llama tu Problema, como se llama tu demonio?
Mis problemas son tantos Jesús que, para no tardarnos lo resumiré en una sola palabra, LEGION. Señor, tengo un montón de problemas, tantos que no me alcanzan los dedos para contarlos, son alrededor de 6,000 problemas, pocos más, pocos menos.
Los Problemas, es decir LEGION, tienen miedo ruegan por no ser expulsados. Imploran que no les saquen la “tarjeta roja”. Quieren seguir jugando, quieren seguir molestando. Solicitan una prorroga, Jesús danos permiso de ir con ese hombre, o que tal mejor con aquella mujer, mejor déjanos entrar al pueblo ahí hay mucha gente y nos repartimos. Evidentemente Jesús rechaza su petición. Está bien, qué te parece que en lugar de mandarnos a la banca danos permiso de ir con los cerdos.
Salen todos los vecinos para ver que ha acontecido. Se dicen unos a otros, ¿recuerdan al hombre con 6,000 problemas? Pues ya no tiene ninguno ¿Qué? ¿Cómo? ¿Eso es posible?
Aquel hombre ha recobrado el sano juicio, ahora todos sus Problemas se ha ido por el precipicio.
Muchas veces los problemas se dejan venir en montón, la verdad no podemos con ellos, son muchos. Hemos buscado ayuda pero no la hemos encontrado. Jesús es la solución no importa si es uno o son seis mil. No existe ningún problema con el que Jesús no pueda.
¿Cómo se llama tu Problema?
Enviado por Alejandro Cunillé

Las despedidas

El significado de la palabra “despedida”, no siempre suena igual en nuestros oídos.
Podemos estar en una fiesta de “despedida de soltero” y disfrutamos mucho , lo pasamos muy bien, o podemos estar frente a un féretro “despidiendo” los restos de una persona a la que amamos mucho y sentir que nuestro corazón se rompe a pedazos.
Todos tarde o temprano pasamos momentos de “despedida”
“Despedimos” a nuestros hijos, cuando ya con sus alas extendidas se largan a la vida por sus propios medios y capacidades, nos “despedimos” de amigos que toman otros rumbos, nos “despedimos” de nuestra propiedad porque nos vamos a vivir a otro lado, nos “despedimos” de compañeros porque nos vamos a otro trabajo, y así tenemos una larga lista de “despedidas”
Recordé de una familia que vivió una “despedida” muy triste.
¡Cuanto dolor en esa casa! Todo era lloro y pesar, las personas que allí vivían estaban desgarradas, el silencio solo era interrumpido por el llanto.
No muchos meses atrás ese hogar era un lugar espléndido, un lugar de paz, de muchos amigos, de risa, de bullicio, pero ahora era todo lo contrario, rostros apesadumbrados, ¡tristeza! ¡Lamento!, faltaba uno de los integrantes de la familia, hacia cuatro días que había fallecido, ya lo habían sepultado, y cada día que pasaba se sentía más su ausencia.
Que solas se encontraban Marta y María, habían “despedido” a su hermano, ese muchacho que posiblemente era el sustento de la casa.
Pero ese día llega Jesús a esa casa y cambia radicalmente la situación, trae la vida, haciendo uno de los tantos milagros, y resucitando a Lázaro.
En los años que llevo, he vivido momentos difíciles de “despedida”
Me ha tocado “despedirme “de mis abuelos, de tíos, de cuñados, de mis padres y de mi único hermano; pero en cada una de esas “despedidas” ha quedado la esperanza de la resurrección, y se positivamente que esas “despedidas” son transitorias, la promesa de Jesús dice que: “aquel que en mi cree no morirá jamás”, estoy aferrada a lo que la palabra de Dios dice.
Aquellos que hemos creído en Jesús somos muy felices, porque sabemos que las “despedidas” no son para siempre.
Enviado por Mary Romero