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sábado, 22 de enero de 2011

Como enfrentar la vida (Salmo 3)

1.- Sin Dios, no hay salvación. (Estamos perdidos)
“¡Oh Jehová,  cuánto se han multiplicado mis adversarios!
Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.”
Los problemas casi siempre vienen en montón. Se multiplican y decimos: tenemos una mala racha. Nos puede estar yendo demasiado mal, pero es mucho peor, cuando se nos termina la esperanza. Cuando cualquiera viene y te dice, no tiene solución tu problema. Pero es aún peor, cuando pensamos que Dios nos abandono. Cuando ya no sentimos a Dios, cuando inclusive le echamos la culpa a Dios, y pronunciamos ¿Por qué me haces esto Dios? SIN DIOS NO TENGO SALVACION.
2.-Hablemos con Dios, aunque no lo sintamos. (Siempre responde)
“Mas tú,  Jehová,  eres escudo alrededor de mí; Mi gloria,  y el que levanta mi cabeza. Con mi voz clamé a Jehová,  Y él me respondió desde su monte santo.”
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron,  y creyeron. (1) Es mucho más fácil ser amigo en las buenas, que en las malas. Pero en las malas, es mucho más fácil saber quien es tu verdadero amigo. Hemos aprendido que sino “sentimos” a Dios, no está con nosotros. “Tenemos que sentir a Dios”, para confiar en Él, dicen algunos. Tienen al Dios de los “sentimientos”, pero un día sin más, dicen,  lo dejamos de “sentir”, ¿A dónde se fue? Dios me abandono.
Ser cristiano no es “sentir a Dios”, es confiar en Dios siempre, hablar con el todo el tiempo, aunque aparentemente no “sintamos” a Dios, sabemos que Él siempre está ahí. Sabemos que: SIEMPRE CONTESTARA DESDE SU SANTO MONTE.
3.-Descansemos en Dios, confiados. (Él nos ayudará)
“Yo me acosté y dormí, Y desperté,  porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí. Levántate,  Jehová;  sálvame,  Dios mío; Porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; Los dientes de los perversos quebrantaste.”
Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,  y yo os haré descansar.” (2) Cuantos problemas venimos cargando, se nos empiezan a juntar hasta que, como dicen en mi rancho, ya no vemos lo duro sino lo tupido. Tenemos tantos problemas que ni dormir podemos, estamos como pollos rostizados dándonos vueltas en la cama. Vayamos con Dios y expongamos nuestros problemas, confiemos en Él aunque tengamos miles de dificultades. ¿Cuántas veces, no te ha ayudado ya Dios? ¿De cuantas situaciones, ya te ha salvado? Recordemos de cuantas nos ha salvado. Si Dios está de nuestro lado, ¿Quién podrá contra nosotros? Descansemos en Dios, porque EL HA QUEBRANTADO NUESTROS PROBLEMAS.
4.-Sigamos a Dios, a pesar de todo.
“La salvación es de Jehová; Sobre tu pueblo sea tu bendición”
No hay de otra, la única opción es Dios. Claro que puedes probar otras cosas, puedes hacer lo que quieras, sin embargo sólo en Dios está la salvación.
¿De que me va salvar Dios? ¿De mis problemas? Si es la voluntad de Dios, nos salvará de nuestros problemas, pero no se trata sólo de eso. No significa que ya nunca más tendrás problemas; probablemente hasta tengas más. Porque habrá burlas, desprecio, etc. por creer y obedecer a Dios. Dios nos quiere salvar de la muerte eterna, para darnos vida eterna. ¿Sólo crees en Dios para que te quite tus problemas?.
Alguna vez te has preguntado, qué pasaría si Dios decide no quitarte tus problemas. Que tal si Dios toma la decisión de dejarte tal y cual estas, ¿seguirías creyendo? ¿Seguirías confiando? Si me preguntan yo diría por supuesto, “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” (3) Realmente yo no merecía el perdón de Dios, pero aún así me perdono mis faltas.
Sigamos a Dios a pesar de todo, LA SALVACION ES DE DIOS.Hoy platicaré con Dios y le pediré que te muestre, su Salvación.
Referencias:
(1) Juan 20:29
(2) Mateo 11:28
(3) Juan 3:17
Enviado por Alejandro Cunillé

¿Soy Fariseo?

Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano. Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle. Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio. Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban. Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana. Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle. Marcos 3:1-6
La Iglesia, cuando esta reunida, debería ser una especie de puerto seguro, un lugar donde las personas se sientan cómodas, que se sientan como en casa. No podemos negar que dentro de la Iglesia  puede haber rencillas como cualquier familia, pero el final deberían ser pasajeras. Este es el plan de Dios para la Iglesia, un lugar donde pudiéramos probar un pedacito de cielo, un lugar donde nos sintamos como en casa.
Desafortunadamente esto no es así, al igual que los fariseos, nos hemos enfrascado en normas o prejuicios. En este caso leemos que el problema es el día del sábado, y pensamos: “Que absurdo pensar como los fariseos”.  Creo que dentro de la Iglesia sucede lo mismo hoy en día, al igual que los fariseos esperamos con ansias que fallen las personas, “a fin de acusarles”. Es una especie de gusto malformado creado por el orgullo. “Ya viste a tal persona lo que hizo” “Ya viste a fulanito lo que esta haciendo”. AL igual que los fariseos estamos a la espera como perros cazadores tras su presa, para poder señalar “a fin de poderle acusar”.
Siempre que leo esta historia me gustaría comportarme como lo hace Jesús, al no poder aspiro por lo menos al hombre de la mano seca. Me veo reflejado con mi montón de problemas y defectos, y la gente viéndome feo por lo mismo. Por mis defectos. Esa mano seca representa cualquier defecto, ya sean drogas, alcoholismo, abortos, mentiras, orgullo, pereza, etc. Ese soy yo, o quizás tu. Ahí esta Jesús defendiéndome, defendiéndote.
Desafortunadamente, no somos ni Jesús ni la victima de la mano seca. Nos comportamos como los fariseos, acusando a diestra y siniestra. ¿Es lícito hacer el bien o el mal; salvar la vida o quitarla? Eso nos pregunta Jesús, todos los días, y más cuando estamos en reunidos con la Iglesia.
Hoy se nos ofrece la misma oportunidad que a los fariseos, se nos hace el mismo desafió dar vida o destruir, hacer el bien o hacer el mal, ayudar o criticar, ser fariseo o no. Todos hemos hecho algo de lo cual estamos arrepentidos, si ya fuimos perdonados por Dios, ¿por qué no ofrecerles ese mismo perdón a otros?
Los fariseos tomaron su decisión prefirieron destruir. ¿y tú?  “Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.”

Enviado por Alejandro Cunillé

viernes, 21 de enero de 2011

Obedecer a Dios

“Aconteció en aquellos días,  que Jesús vino de Nazaret de Galilea,  y fue bautizado por Juan en el Jordán. Y luego,  cuando subía del agua,  vio abrirse los cielos,  y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado;  en ti tengo complacencia.” Marcos 1:9-11
En la vida obedecemos a un montón de personas, a nuestros padres, abuelos, tíos, a nuestros maestros, jefes de trabajo, a nuestro cónyuge, etc., también obedecemos a nuestras emociones, la ira, el temor, la alegría, etc.
Prácticamente obedecemos toda la vida en diferentes formas.  Seguramente hemos aprendido, que, no obedecer tiene consecuencias no favorables, sobre todo cuando fuimos niños.
También hemos aprendido que a veces obedecer, no tiene buenas consecuencias; esto es porque a las personas que obedecemos son humanos y se equivocan. O porque nos dejamos emocionar y luego nos arrepentimos.
Sin importar que creamos si obedecer es bueno o malo, invariablemente la mayoría de nosotros mismos, damos órdenes a otros, sobre todo a los hijos, familiares, o en el trabajo, etc. ¿Por qué? Porque entendemos de la importancia de obedecer, nos hace más humildes, es aceptar que no todo lo sabemos.
Pero cuando se trata de Dios, de nuestro creador, nos cuesta tanto trabajo obedecerlo. Incluso lo cuestionamos, ¿por qué tengo que perdonar?, ¿por qué tengo orar?, ¿por qué tengo que leer la Biblia?, ¿por qué debo ir a la iglesia? Irónicamente, le cuestionamos a Dios todo. Y digo irónicamente porque, Dios no falla, Él es perfecto, no tenemos porque dudar de su consejo, Dios no se equivoca.
Aprendamos de Jesús, Él no tenía porque bautizarse, a diferencia de nosotros, Él no tenía nada de qué arrepentirse, pero no cuestionó al Padre, no el dijo ¿por qué yo, si me he portado bien? ¿Qué he hecho para merecer esto? Jesús entendía perfectamente que obedecer la voluntad de su Padre era lo mejor. Entonces fue y se bautizó. Simplemente obedeció.
Podemos obedecer a quien queramos, a los hombres, a las emociones o a Dios.  ¿A quién quieres obedecer?
Amenazaron de meter a la cárcel a los discípulos de Jesús, para que no hablaran más acerca de la buena noticia de Dios. “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Obedecer a Dios, nos conviene.
Enviado por Alejandro Cunillé

El amor de Dios

Éramos la única familia en el restaurante con un niño. Yo senté a Daniel en una silla para niño y me di cuenta que todos estaban tranquilos comiendo y charlando.
De repente, Daniel pegó un grito con ansia y dijo, “¡Hola amigo!”. Golpeando la mesa con sus gorditas manos. Sus ojos estaban bien abiertos por la admiración y su boca mostraba la falta de dientes en su encía. Con mucho regocijo el se reía y se retorcía.
Yo miro alrededor y vi. la razón de su regocijo. Era un hombre andrajoso con un abrigo en su hombro; sucio, grasoso y roto. Sus pantalones eran anchos y con el cierre abierto hasta la mitad sus dedos se asomaban a través de lo que fueron unos zapatos.
Su camisa estaba sucia y su cabello no habí a recibido una peinilla por largo tiempo. Sus patillas eran cortas y muy poquitas y su nariz tenia tantas venitas que parecía un mapa.
Estábamos un poco lejos de el para saber si olía, pero seguro que olía mal. Sus manos comenzaron a menearse para saludar.
“Hola bebito, como estas muchachón,” le dijo el hombre a Daniel.
Mi esposa y yo nos miramos, “¿Que hacemos?”. Daniel continúo riéndose y contesto, “Hola, hola amigo.”
Todos en el restaurante nos miraron y luego miraron al pordiosero. El viejo sucio estaba incomodando a nuestro hermoso hijo. Nos trajeron nuestra comida y el hombre comenzó a hablarle a nuestro hijo como un bebé.
Nadie creía que era simpático lo que el hombre estaba haciendo. Obviamente el estaba borracho. Mi esposa y yo estábamos avergonzados. Comimos en silencio; menos Daniel que estaba súper inquieto y mostrando todo su repertorio al pordiosero, quien le contestaba con sus niñadas.
Finalmente terminamos de comer y nos dirigimos hacia la puerta. Mi esposa fue a pagar la cuenta y le dije que nos encontráramos en el estacionamiento. El viejo se encontraba muy cerca de la puerta de salida.
“Dios mío, ayúdame a salir de aquí antes de que este loco le hable a Daniel.”  Dije orando, mientras caminaba cercano al hombre.
Le di un poco la espalda tratando de salir sin respirar ni un poquito del aire que el pudiera estar respirando. Mientras yo haci a esto, Daniel se volvía rápidamente en dirección hacia donde estaba el viejo y puso sus brazos en posición de; “cárgame
Antes de que yo se lo impidiera, Daniel se abalanza desde mis brazos hacia los brazos del hombre. Rápidamente el muy oloroso viejo y el joven niño consumaron su relación amorosa.
Daniel en un acto de total confianza, amor y sumisión recargo su cabeza sobre el hombro del pordiosero. El hombre cerró sus ojos y pude ver lágrimas corriendo por sus mejillas.
Sus viejas y maltratadas manos llenas de cicatrices, dolor y duro trabajo, suave, muy suavemente, acariciaban la espalda de Daniel.
Nunca dos seres se habían amado tan profundamente en tan poco tiempo.
Yo me detuve aterrado. El viejo hombre se mecía con Daniel en sus brazos por un momento, luego abrió sus ojos y me miro directamente a los míos.
Me dijo en voz fuerte y segura, “Usted cuide a este niño.” De alguna manera le conteste “Así  lo haré” con un inmenso nudo en mi garganta.
El separo a Daniel de su pecho, lentamente, como si tuviera un dolor.
Recibía a mi niño, y el viejo hombre me dijo: “Dios le bendiga, señor. Usted me ha dado un hermoso regalo.” No pude decir más que un entrecortado gracias.
Con Daniel en mis brazos, caminar rápidamente hacia el carro. Mi esposa se preguntaba por que estaba llorando y sosteniendo a Daniel tan apretadamente, y por que yo estaba diciendo: “Dios mío, Dios mío, perdóname.”
Yo acababa de presenciar el amor de Cristo a través de la inocencia de un pequeño niño que no vio pecado, que no hizo ningún juicio; un niño que vio un alma y unos padres que vieron un montón de ropa sucia.
Yo fui un cristiano ciego, cargando un niño que no lo era.
Yo sentí que Dios me estuvo preguntando: “Estas dispuesto a compartir tu hijo por un momento?” Cuando el compartía a su hijo por toda la eternidad. El viejo andrajoso, inconscientemente, me recordó:

“Les aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrara en el”.
 Lucas 18:17
Fuente: www.elrinconcitodedios.com

“Si te escondes de Dios”

Estaba pensando que muchos de nuestros mejores momentos los perdemos escondiéndonos de Dios.Quizás creas que esto no es así, y que en realidad pasas mucho más tiempo buscándole y que muchas veces no le encuentras  pero, amigo, si te detienes un momento a pensar detenidamente en tu día, verás que más son los momentos que te escondes de Dios que los que le buscas.
Tu puedes preguntarme y decir: ¿por qué yo me escondería de Dios? Ah, caminante amigo… ¿por qué se escondió Adán? ¿Cuál fue la razón que lo llevó a ocultarse? Por mucho tiempo solo tuvo del Señor cuidados y amor, ¿qué lo llevó a ocultarse?  Todo lo que lo rodeaba le había sido dado, aun había sido suplido en su soledad, ¿por qué se ocultó de El? El temor, primero, por el pecado, por haber sido desobediente. Antes lo compartía todo ahora no quería compartir esa acción. Sus palabras descubrieron sus actos, “tuve miedo, y me escondí”. ¿Por qué debemos tener miedo de Dios? A veces me pregunto ¿pero, si ni siquiera me ocultó a su hijo, su bien mas preciado? Sin embargo me paso mas parte del día pensando en si estoy bien oculto. ¿Acaso tu crees que no?
Mi querido amigo mucho es el tiempo que perdemos escondiéndonos de El, olvidando que El, ya lo proveyó todo, que hoy podemos entrar en Su Presencia sin temor, que a pesar de nuestra debilidad hoy tenemos pieles eternas para cubrirnos, tenemos su sangre porque de la misma manera que en el Edén, hoy sigue amándonos y mostrándonos cuanto nos ama, que quizás en realidad lo que no alcanzamos hoy es solo porque en nuestro afán de escondernos caminamos en la oscuridad, cuando El nos quiere hacer andar a su luz. Tal vez sería bueno que saliéramos de nuestros escondites y le dijéramos: “Señor, he pecado, Señor no alcanzo, Señor no puedo, o Señor no me siento digno, estoy desnudo y solo quiero esconderme”, o como Pedro decirle: “Apártate de mi que soy un hombre pecador”, o simplemente: “Sálvame Señor porque perezco”, quizás eso nos daría la posibilidad de caminar en su luz, pues en sus ojos ya estamos.
Aunque pensemos que podemos escondernos de El, eso es imposible, y sencillamente es imposible porque El nos ama de tal manera que aun en nuestro más horrible pecado no puede dejar de vernos a través del velo de la carne y cubiertos por la sangre, ¿tu puedes entender eso? No necesitas hojas de higuera para cubrirte, no tienes necesidad de esconderte, El ya proveyó tus vestidos, tu cubierta. Entiendo el corazón de Dios en una pequeña parte pues soy padre, y amo a mis hijos y no importa lo que hagan siempre hay un lugar más para amarlos en sus errores, aunque me duelan y me dañen… son mis hijos, eso no cambiará nunca. Hoy son ya adolescentes, hombres, y todavía cuando los miro parece que los veo cuanto tenían apenas unos años, y me arrancan sonrisas a pesar de sus equivocaciones, y quisiera que nunca tuvieran que sufrir ni tener necesidad, y a veces casi mudo los veo equivocarse y sé que van a tropezar pero callo para estar allí cuando necesiten levantarse.
Tal vez, amigo, pienses que soy un buen padre, yo te digo que no, que soy insuficiente, que también lucho con mis errores y mis equivocaciones, y a veces también me escondo, pensando que no verá mis equivocaciones o pecados pero, ¿sabes? lo que me alienta es saber justamente que Él los vé, y que si yo naturalmente siendo un hombre malo trato de hacer lo bueno, cuanto más El, que todo en El es amor, que a pesar de todo sigue todavía proveyéndome para que en cada equivocación regrese y en cada caída me levante, por eso amigo te digo que el mejor momento a veces lo perdemos escondiéndonos pues si no nos escondiéramos en esos momentos de error y pecado y saliéramos a El mostrando nuestras miserias, no encontraríamos juicio sino paciencia, no sentiríamos azotes sino caricias y en medio de nuestras lágrimas veríamos las suyas entremezcladas con las nuestras y sentiríamos sus brazos abrazándonos y vistiéndonos.
Tal vez, amigo mío, sea el tiempo de dejar de esconderte pues al fin El te conoce tal cual eres y no hay nada que le puedas ocultar y por si no lo sabías TE AMA y te amó desde el principio, así sin más y quiere ayudarte a cubrir tu desnudez…
Usado con permiso
©Ministerios El Camino
www.ministerioselcamino.org

¿Qué es lo que estás buscando?

“Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta. Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían.”Marcos 1:32-34
El célebre personaje visitó la India. Llegó a Calcuta y comenzó a pasear por una de sus confusas calles. De repente vio a un hombre que estaba en cuclillas vendiendo lo que Nicolás creyó que eran dulces, aunque en realidad se trataba de chiles muy picantes. Nicolás era fan de los dulces y compró una gran cantidad de los supuestos dulces, dispuesto a darse un gran atracón. Estaba muy contento, se sentó en un parque y ahora si “atáscate que hay lodo”. Comenzó a comer lo que el creía que eran dulces. AL morder el primero de los chiles sintió fuego en el paladar. Eran tan picantes aquellos “dulces” que se le puso roja la punta de la nariz y comenzó a soltar lágrimas. No obstante, Nicolás continuaba llevándose sin parar los chiles a la boca.
Estornudaba, lloraba, hacía muecas de malestar, pero seguía devorando los chiles. Asombrado, un viajero se aproximó a él y le dijo:
–Amigo, ¿no sabe que los chiles sólo se comen en pequeñas cantidades?
Casi sin poder hablar, Nicolás comento:
–Buen hombre, créeme, yo pensaba que estaba comprando dulces.
Pero Nicolás seguía comiendo chiles. El viajero dijo:
–Bueno, está bien, pero ahora ya sabes que no son dulces. ¿Por qué sigues comiéndolos?
Entre tos y lamentos por el picante, Nicolás dijo:
–Ya que he invertido en ellos mi dinero, no los voy a tirar.
¿Qué buscas? Puedes buscar a Dios por un montón de diferentes motivos, para que te sane de alguna enfermedad, para que te ayude con un trabajo, para que resuelva algún problema, para que te mande un esposo o una esposa; y seguramente lo hará si es su voluntad. Sin embargo es importante analizar el por qué buscamos a Dios, ya que seguramente es lo que vamos a encontrar. Entonces ¿Cómo debo buscarlo? “si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma.”
¿Realmente buscas a Dios o sólo buscas que te ayude? “le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; y toda la ciudad se agolpó a la puerta”
Enviado por Alejandro Cunillé

¿Qué hacer con los problemas?

“Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía.”
Marcos 1:29-31
Identifiquemos el problema  -  “Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre”
Todos hemos tenido o tenemos problemas, pueden ser de salud, económicos, emocionales, etc. Sin embargo quizás lo que consideramos problema, realmente no lo sea sino sólo sea un síntoma. Por ejemplo, alguien que tiene mucha gripa, puede creer que su problema es la gripa, pero todos sabemos que el verdadero problema es el virus que causa esa gripa. Del mismo modo muchos creemos que tenemos un problema quizás económico pero no es más que un síntoma, otros quizás tiene un problema de depresión del mismo modo es sólo un síntoma de una enfermedad más profunda. El Alcoholismo, hemos escuchado que es una enfermedad, pero en la literatura de AA podemos encontrar que en realidad también es un síntoma de una enfermedad a la que llaman ellos espiritual. Identificar el problema nos sirve para saber contra que estamos peleando.
Presentemos nuestro problema a Dios – “y en seguida le hablaron (a Jesús) de ella”
Hay un libro medio famoso que venden en las tiendas populares como Sanborns o Liverpool que se llama “Señor quítame lo bruto”, en alguna ocasión fui con un amigo a una de esas tiendas, vimos el libro, lo tome en mis manos y le dije a mi amigo: te lo regalaría pero Dios no hace milagros tan grandes, así que no serviría de nada. Evidentemente fue broma, aunque después de reírnos por un rato mi amigo me preguntó: ¿Crees que exista algo que no pueda hacer Dios? Estoy 1000% seguro que no hay nada imposible para Dios. No importa que problema tienes, grande o chiquito platícale tu problema a Dios. “y en seguida le hablaron (a Jesús) de ella”
Dios quita los problemas con propósito  -  “inmediatamente le dejó la fiebre, y ella les servía”
Todo lo que hace Dios tiene un propósito no hay nada al azar, nada. “Dios no juega a los dados” decía Einstein. Dios puede y quiere quitarnos nuestros problemas. Ya se seguramente te estás preguntando ¿Por qué no quita mi problema? Mi respuesta es un simple no se. Pero lo que si se, es que Dios todo lo que hace y lo que “no hace” tiene un propósito.
Roberto desde los 15 años tenía la convicción de ir a África para hablarles de Jesús, a una tribu zulú. Dedicó 10 años de su vida estudiando para poder ir como misionero. Ya tenía todo preparado, en el pueblo estaban muy contentos porque conocían a Roberto, se notaba que amaba a Dios y que eso era lo que él quería. Pero justo dos días antes de irse una pandilla de delincuentes lo secuestró.  Al siguiente día lo dejaron en libertad, pero lamentablemente sin una de sus piernas. Estaba muy triste y le reclamaba a Dios por lo que había pasado. ¿Por qué no me cuidaste? Preguntaba constantemente, ¿por qué? Como era de esperarse cancelo su viaje. Después de 10 años se reconcilio con Dios y aunque no entendía  porque había pasado lo de su pierna, si sabía que quería ir a África.
Después de seis meses de llegar a la tribu zulú y de estar ayudando, otra tribu se raptó a Roberto, pero esta vez era para comérselo. Después de una semana regresó ileso, sus amigos de la tribu zulú estaban asombrados, ya que ellos mismos tenían miedo de esa tribu caníbal. ¿Cómo escapaste? Le preguntaron. Les digo la verdad Dios me salvo, estos caníbales al ver que no tenía una pierna, creyeron que otra tribu me había comido, entonces no se si por respeto o ya no era apetecible pero me dejaron ir. Realmente agradecí a Dios por haber perdido mi pierna. Dios quita los problemas con propósito. “y ella les servía”

domingo, 9 de enero de 2011

EXCUSA

LE PEDIMOS DICULPA POR LA POCA PUBLICACIONES, EL MOTIVO DE IMFORMARLES ES POR CAUSA DE LOS TRABAJO QUE ESTAMO REALIZANDO EN LA IGLESIA Y NOS TENGAMOS TIEMPO PARA ESTAR EN ESTOS MEDIO.  

                                                         DIOS LE BENDIGAS.


ATT: EDIBERTO