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viernes, 27 de enero de 2012

El Juicio Final

"Si me Tocaras" (Hector Delgado y Harry Maldonado)

Jesús de Nazareth

Han pasado más de dos mil años desde que su propia historia cambió la historia del mundo…
Hoy en un planeta irracional y violento, donde aún impera la discriminación, donde no hemos logrado ser capaces de comprendernos como raza humana, su palabra sigue tan vigente como hace dos mil años y es un camino de verdad y vida para todos los seres que habitan la tierra… Su nombre, Jesús de Nazareth…
No se presentó más que como un hombre de origen humilde, que no necesitó de armas, ni se valió del terrorismo para hacerse escuchar. Sus palabras y su ejemplo, fueron más que poderosas para iniciar una colosal guerra contra todo lo que denigra y lo que ultraja la condición humana. Contra el sufrimiento infligido al hombre por el mismo hombre y contra el tormento del mal…
Jesús fue un hombre excepcional. Como ningún líder, la congruencia de sus palabras y sus hechos marcaron la diferencia, el hacía lo que decía y con ello, enseñó los principios fundamentales de la convivencia y el bienestar entre los hombres, sus enseñanzas han conseguido que a pesar de nuestra brutalidad e insensatez, el mundo no se destruya a si mismo…
Su voz ha trascendido más allá de su época logrando que no se apague en la humanidad la débil llama de la misericordia que aún le queda… su pensamiento ha sido esencial para que aún miles luchen en todo el mundo por evitar la guerra, por acabar con el hambre y la peste, por terminar con la pobreza, por aniquilar el sufrimiento, por hacer de este un mejor lugar para vivir…
A su alrededor se desatan miles de polémicas, lo cierto es que aún fuera de cualquier connotación religiosa, Jesús tuvo para con la humanidad entera, un compromiso universal colmado del más puro y desinteresado amor…
Hay quienes enaltecen su figura como profeta divino y lo siguen. Hay quienes sólo le ven como un hombre más y se empeñan en demostrar los defectos que como tal pudo tener. Hay quienes incluso, ponen en entredicho la veracidad histórica de sus hechos. Lo indiscutible es que aún hoy, después de que la humanidad ha alcanzado los mayores avances tecnológicos, el más elevado razonamiento científico; más allá de cualquier credo religioso o pensamiento ideológico, a pesar de los intereses mezquinos de algunos gobernantes que se creen más que Dios y de las convicciones que han sumido a la tierra en la miseria y la desesperación, su mensaje de paz y esperanza sigue siendo el más claro y contundente:
Ama a tu prójimo como a ti mismo… porque quien ama, comprende, tolera, respeta y no es capaz de causar daño…
Sin duda, el impacto de Jesús en la historia de la humanidad es impresionante. Aun quienes no creen en él, son partícipes de su huella y su clamor por el perdón, se levanta en medio de una época en la que la crueldad domina al mundo…
La primera vez que se escuchó que todos los seres humanos somos iguales ante los ojos de Dios, sin importar ninguna condición, fue en las tierras de Galilea en voz de Jesús de Nazareth. Según Él, nadie es mejor ni peor, porque nadie es quien para juzgar a su semejante. Su evangelio de igualdad y respeto por la vida es el principio básico de los derechos humanos que hoy protegen a todas las personas contra el exterminio y la segregación. La solidaridad con la que actuó, la clemencia con la que acogió y el perdón que hasta siendo condenado otorgó, son las muestras inefables de una doctrina que se levantó en los más crueles tiempos de dolor. Y todo esto ¿Por qué? ¿Con qué fundamento?… ¡Con el sólo fundamento del amor incondicional por todos!
Hoy nos aferramos en espera de, una respuesta, de un milagro, cuando la realidad es que desde hace dos mil años tenemos la respuesta en las palabras de Jesús.
“El milagro del amor está en nosotros mismos… bastaría llevar a cabo sus enseñanzas para conseguirlo”
José Luis Prieto

Fuente: Reflexiones para el alma

Compasión con patas


En aquellos días, como había una gran multitud, y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviare en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino, pues algunos de ellos han venido de lejos. Sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? Marcos 8:1-4
En México hay una cantante que se ha hecho famosa por las letras de sus canciones, Paquita la del Barrio. Sus canciones están llenas de insultos para los hombres. Hay una canción titulada “Rata de dos patas” y toda la canción está insultando a un hombre. Son de esas canciones que cuando uno la escucha dan risa. Aunque no debería ser de ese modo porque es una falta de respeto para el sexo masculino. Sin embargo nadie se ofende ¿por qué?
Evidentemente esta canción esta dedicada a todos los “hombres” que tratan mal a las mujeres. Para que no hubiera dudas a quien va dirigida la canción dice exactamente “rata de dos patas te estoy hablando a ti”. Lo dice de una manera generalizada para que cada quien revise si cumple con lo señalado en la canto. Como en México decimos ¿a ver a quién le queda el saco?
Estoy seguro que la mayoría no se identifica con la clase de persona a la que se refiere la canción por eso le da risa. No los culpo, la verdad, ¿a quién le gustaría identificarse con eso? Con una rata de dos patas. A nadie. Pero de que hay “hombres” justo como la canción dice los hay. Paquita la del Barrio lo único que hace es evidenciar el problema. Nos señala que existen ratas de dos patas.
Jesús hace lo mismo pero de manera contraria. El quiere que sus discípulos se den cuenta de una necesidad, quiere señalar que hay algo mal lo cual sus discípulos no se han dado cuenta. Faltan hombres con compasión, es decir falta compasión con dos patas.
A Jesús no le checa el cuadro que está viendo.
Una multitud.
Tres días con él.
Vienen desde lejos.
Discípulos nada preocupados.
Definitivamente algo esta mal. Faltan hombres de Dios en el cuadro. Esta es la segunda vez que pasa exactamente la misma situación. Los discípulos aún no han aprendido.
Jesús manda llamar a sus alumnos y les empieza a dibujar el cuadro. Empieza dibujando lo que hace falta: La compasión, “Tengo compasión de la gente”, dice el Maestro. Continúa con las pinceladas recalcando el problema. Desde hace tres días están conmigo y ya se las termino la comida, si les digo que se regresen a sus casas se van a desmayar pues vienen desde lejos.
Prácticamente Jesús le dice a sus discípulos ¿No se han dado cuenta del problema? Falta compasión. ¿Por qué no hemos hecho nada?
Los alumnos del maestro, le contestan “¿De dónde podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto?” Otra manera de decirlo es “¿Cómo podemos nosotros hacer algo?”
Es verdad, los discípulos no han aprendido nada, pero no seamos tan duros con ellos. Hoy en día hay guerra, hay corrupción, ya no hay valores, hay mucha delincuencia, hay pobreza, hay injusticias… La verdad es que falta Compasión de dos patas. Faltan verdaderos discípulos de Jesús.
¿Qué estás haciendo tú por tu país, por tus vecinos, por tu familia, por tu comunidad de fe?
Que nuestro sello sea la compasión, seamos literalmente una Compasión con patas.

Enviado por Alejandro Cunillé

jueves, 19 de enero de 2012

No más lagrimas

“y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros”
Isaías 25: 8b
Seguramente es duro y también difícil, las cosas no salieron como esperabas que salieran, todo se dio vuelta, nunca imaginaste que sería así. Pensaste que lo tenías bajo control y no fue así y ahora las lágrimas no dejan de fluir, te preguntas una y otra vez ¿Que fue lo que fallo?, ¿Por qué las cosas salieron mal?
Lagrimas inundan tu vida, día y noche, quizá nadie lo sabe, lloras a solas esperando de esa manera desahogarte, pero a solas para que nadie se entere que te afecto, con lagrimas en tus ojos observas el cielo y en una actitud de interrogación quisieras preguntarle a Dios ¿Por qué?
Lagrimas y mas lagrimas es el pan de cada día y tu actitud de derrota no se puede esconder, te sientes culpable por algo que no fue tu culpa, por algo que no iba a ser de otra manera, aun cuando tu hubieras hecho todo lo que pudieras, nada iba a cambiar, iba a ser siempre así como fue.
Una voz en el cielo se deja oír, es Dios mismo que ha visto todo lo que en tu vida a sucedido, como las cosas se fueron dando de esa manera, en muchas ocasiones quiso tomar parte de eso, pero por más intento que hubo de su parte de llamar tu atención estabas totalmente segada y sorda.
Esa voz del cielo que se deja oír en este momento dice: “No más lagrimas”, “No llores más”.
Dios se hace sentir, hay algo diferente en el ambiente, es algo sobrenatural y al mejor estilo suyo, con una paño de amor Dios seca cada lagrima, te ve al rostro y te dice que anhela ver una sonrisa, tus lagrimas vuelven a salir, la mano de Dios está sosteniendo tu barbilla observando tus ojos, mientras te dice: “Yo estoy contigo, estoy aquí”, tus ojos como cristal no dejan de brillar, nuevas lagrimas salen, pero estas no son tan amargas como las otras, estas lagrimas son de sentirse apreciada por Dios.
El Señor te mira y te dice: “Eres mi hija y yo soy tu Padre”; quieres decir algo, más un nudo en tu garganta no te lo permite, Dios te dice: “No necesitas decírmelo, yo puedo sentirlo”, lo abrazas fuerte y el consuela tu cabeza, como un Padre a su hija mas amada.
Te sientes segura, estas entre sus brazos, las lagrimas terminan de salir, hay un suspiro de tu parte como los hay después de buen momento de lagrimas y sollozos, suspiros de sentimientos aparecen, Dios acaricia tu cabello y te dice: “Tranquila todo paso, Yo hare nuevo todo”.
No hallas como agradecer, quieres hacer algo, necesitas hacerlo, pero Dios que te comprende como el Padre mas Amoroso que existe solo te dice: “No más lagrimas, no llores más”.
En este día Dios quiere que sepas que ya no quiere que sigas llorando y lamentándote, que Él tiene el control de todo y más aun del tiempo, no tienes de que preocuparte, El está contigo, que es tu Padre y que hará TODO nuevo.
Dios te dice hoy:
No más lagrimas, No llores más, yo hare NUEVAS todas las cosas
Autor: Enrique Monterroza

“Las promesas de Dios”

“… porque todas las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”, 2ª Cor. 1:20

La Palabra de Dios contiene numerosas promesas para cada uno de nosotros. Si queremos vivir en plenitud, disfrutar de la vida cristiana y cumplir el propósito de Dios debemos movernos en razón de las promesas de Dios.
Existen promesas que son generales, para todos; pero también existen promesas específicas, que son dadas de manera particular a cada persona por medio del Espíritu Santo. Sean promesas generales o específicas, ellas demandan de nosotros algunas acciones: creerlas, compartirlas, enseñarlas, aplicarlas y poseerlas. Esas promesas tienen el propósito de fortalecernos, inspirarnos, dirigirnos, ayudarnos a caminar en dirección a un objetivo.
Las promesas específicas están relacionadas con aquellas particularidades que Dios desea darnos o que conozcamos; ejemplo, la promesa dada a Abraham de que sería padre de multitudes. Estas promesas nos revelan el propósito de Dios específico para nosotros; ellas vienen a ser la razón de ser de nuestra vida, ya que nos proporcionan una visión y misión. Son la brújula que nos orienta cuando las tormentas de la vida nos hacen perder el rumbo. Esas promesas específicas nos hacen vivir en el presente el gozo de lo que acontecerá en el futuro; nos ayudan a atravesar el presente confiadamente poseyendo lo que Dios nos prometió para el mañana. No obstante, las promesas que Dios nos ha dado pueden ser también invalidadas por nosotros por alguna de las siguientes razones:
* No las creemos: en ocasiones decimos cosas como “es imposible”, “no es para mí”, “no soy digno”, etc.
  • No las entendemos: queremos que tengan una lógica natural o que las podamos encasillar en algún molde o esquema
  • No aceptarlas: las creemos, PERO decimos “yo deseo otra cosa”, “prefiero esto o aquello”
  • Olvidarlas: es lo que sucede más frecuentemente
  • No obedecerlas: postergamos su cumplimiento
  • No querer pagar un precio: en especial si demanda algún trabajo, sacrificio o acción específica de nuestra parte
  • Comprometer nuestra integridad: nuestra falta de compromiso con Dios invalida o posterga sus promesas
Nuestra fe en el Señor debe llevarnos a poseer todo lo que Él nos ha prometido; creer en sus promesas es creer en Él mismo, ya que Él es el cumplimiento de toda la Palabra. En ocasiones nos cuesta creerlas porque vemos naturalmente que ellas están más allá de nuestras posibilidades humanas, de nuestras fuerzas, de nuestra imaginación o de nuestro tiempo. No olvidemos que es necesario e imprescindible CREERLAS para después POSEERLAS EN FE, haciendo lo que debamos hacer para cumplir con esto el propósito de Dios para nuestra vida en esta tierra.

Autor: Alma Delia Ponce
Escrito para www.destellodesugloria.org

LA OBRA DE DIOS SIGUE MARCHANDO GRACIAS AL SEÑOR.








martes, 17 de enero de 2012

MUERTO PARA VIVIR...

Hace ya bastante tiempo, un hombre de familia tubo que elegir entre Dios o sus seres más queridos. Eran creyentes en un país, donde el nombre de Jesús era blasfemia para ellos. El padre de familia era predicador y su temor no estaba sobre los hombres, sino sobre Dios; es por ello que insistía en predicar de la salvación por medio de Jesús. Muchas veces le pegaron y metieron en la cárcel, pero a el le fortalecía el sufrimiento por causa del nombre que es sobre todo nombre “Jesús de Nazaret”.

Una de tantas, se reunieron los mandatarios de aquella ciudad y dijeron; veamos que fe tiene este hombre en su Dios. Cogieron a ese predicador y su familia: su hijo, su hija y esposa y los metieron en un foso de tierra ya preparado.


Las gentes de esa ciudad gritaban: “muerte al predicador”. Los mandatarios le daban a elegir y le decían: o niegas a ese tal Jesús o te enterramos vivo a ti y tu familia. Después de algunos minutos de gran silencio, se escucha la voz de la más pequeña de la familia, “papa, papa Dios nos esta esperando”.


El varón de Dios expone su ultima predicación, rechazando la petición del pueblo. Los enterraron vivos sin escuchar grito alguno. A los pocos años; cientos de personas que gritaron “muerte al predicador”, se convertidor a ese Jesús que ellos rechazaban con gran furia.


Escrito está, lo que el hombre sembrare eso recogerá. Ese hombre de Dios sembró algo más que una semilla, sembró su propia vida y la de los suyos, y recogió cientos de hermanos para toda la eternidad. Dios bendiga a hombres y mujeres como este predicador, que un día leyeron en (S. Mateo. 16.24.) Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su Cruz cada día y sígame.

CUANTO TALENTO HAY EN ESTE NIÑO DIOS LO SIGA BENDICIENDO.. Jotta A.-Agnus Dei -

Bajo la Uncion del Espiritu Santo en Ensancha 2010